¿Por qué el séptimo Balón de Oro de Messi no está en el Museu del Barça?

Tras echarlo del club, Laporta no se atreve a negociar con el delantero argentino para que se añada una réplica a las seis que ya se exponen en el Camp Nou

El FC Barcelona, a la fuerza de tantos años de éxitos encadenados, había convertido en una ceremonia mecanizada y habitual la exposición de cada uno de los trofeos del Balón de Oro conquistados por Leo Messi en su Museu, el único del mundo que alberga un espacio propio dedicado a la mayor leyenda del fútbol de la historia, Messi, y a sus seis trofeos reconociéndole como el mejor del mundo. 

Este ritual, sin embargo, se ha interrumpido con la llegada del séptimo Balón de Oro al mejor futbolista del año que históricamente concede la revista France Football por mediación de una votación en la que cada uno de sus corresponsales en todos los países del mundo remite una lista con los cinco mejores según su personal criterio.

La edición del 2021 se ha convertido como casi siempre en los últimos 13 años en un duelo entre Messi, siempre Messi, y el futbolista más destacado y en forma de cualquier otra competición o equipo. En el caso de este año la disputa con Leo la han protagonizado dos rivales. Por un lado estaban los méritos contraídos por Lewandowski, un delantero con un extraordinario bagaje goleador, aunque este año sin Champions, a diferencia del anterior ganada por su equipo, el Bayern Múnich. Por otro, se ha colado en el debate mediático, de nuevo, el poderoso aparato de marketing del Real Madrid, muy capaz no sólo de arrebatarle al menos dos ediciones a Messi gracias a su poder e influencia fuera de los terrenos de juego a favor de Cristiano Ronaldo, sino de haber colocado a Benzema como presunto favorito en las apuestas hasta el último segundo. 

La nominación del delantero francés del Real Madrid venía propulsada por dos motivos estratégicos, el primero darle un bombo extralimitado al hecho de haberse puesto en cabeza del Pichichi de la Liga en una pelea más descafeinada no habiendo competencia con Cristiano y Messi. Y el segundo, lavar la imagen de un futbolista que ya ha visitado como acusado varios juzgados, uno en un caso de violación y otro por extorsión y chantaje por el cual acaba de ser condenado. La selección francesa, no obstante, le ha vuelto a abrir la puerta y France Football lo ha puesto en la órbita del Balón de Oro y Florentino se ha salido con la suya. Como casi siempre.

Al final, sin embargo, Leo Messi, con 34 años, se ha llevado el séptimo trofeo en 13 temporadas de competir al máximo nivel, esta vez por acreditar ser el mejor goleador de la Liga pasada y por haber rematado el curso con una excelente actuación en la Copa América, ganada en la final frente al Brasil de Neymar. El amplio eco de ese éxito de la selección argentina, unido al escaso carisma de la Champions del Chelsea promovieron que Messi obtuviera 613 puntos por 580 Lewandowski.

No es, por supuesto, un hecho menor ni intrascendente que Messi haya acabado saliendo del Barça para jugar en París teniendo de su parte el ‘savoir faire’ de una revista con experiencia como France Football, enormemente satisfecha de haber podido organizar la gala perfecta, con el glamour y el protagonismo de grandes estrellas futbolísticas recaladas en el fútbol francés. Por primera vez, Leo no necesitó un avión para ir a recoger el Balón de Oro.

Volviendo a la rutina azulgrana, el Museu del Barça ya optó por no replicar idénticamente el trofeo de Leo exhibido en sus vitrinas a partir del tercero, pues las dos primeras duplicadas le fueron encargadas a los propios autores de la pieza, cuyo coste se situó en más de 80.000 euros. Después del segundo, el club decidió encargar réplicas sin tanto baño de oro, apenas la mínima cantidad necesaria, y más bisutería que cristales de joyería. El resultado es idéntico, aunque la pieza no es tan cara de fabricar, y la exposición de los seis Balón de Oro sigue siendo uno de los rincones más visitados del Tour Experience del Camp Nou por los aficionados y turistas de todo el mundo.

La pregunta es por qué hoy sólo hay seis Balón de Oro de Messi y si el Barça tiene derecho, con o sin permiso de Leo, a completar esta colección única en el mundo con el séptimo trofeo recién conquistado.

A favor del legítimo derecho del Barça a ostentar esos siete títulos los argumentos son indiscutibles pues la distinción se le otorga en gran parte por haber jugado en el club azulgrana la temporada 2020-21 y porque no fue precisamente Leo quien se quiso marchar a París sino la directiva de Joan Laporta y su  clan de avaladores y “genios” financieros quienes lo despidieron del Barça, de forma abrupta y perversa, después de haber sido prácticamente invitado a renovar y citado en Barcelona para firmar. 

Cuando todo estaba a punto, Laporta y sus directivos debieron admitir, finalmente, que incluso la promesa electoral de renovarlo era una farsa desde el primer momento.

Leo, engaño al margen, expresó su fidelidad al Barça con toda claridad en su discurso de agradecimiento al club cuando recibió el trofeo. Lo hizo sin caer en esa trampa que le tendió el presidente. Leo no quiere esa guerra ni la busca. Prefiere pasar página -aunque ni olvida ni perdona- y dejar su regreso siempre abierto porque eso es a lo que aspira, a seguir viviendo en Barcelona y a formar parte del staff técnico del club cuando se den las condiciones.

¿Por qué, entonces, no se ha colocado una réplica del séptimo Balón de Oro de Messi en el Museu del FC Barcelona? La respuesta sólo tiene un responsable, el presidente Joan Laporta, que ni siquiera pudo acercarse a Leo Messi en la gala de la entrega hace sólo unos días, la misma en la que otra barcelonista, también de la Masia, Alexia Putellas, conquistó el Balón de Oro femenino y Pedri el equivalente al mejor jugador del mundo Sub-21.

La foto de los tres no fue posible con el presidente porque Leo se siente traicionado y vendido por Laporta y sus ‘palmeros’. No con el Barça, pero sí con quienes forjaron no sólo un embuste electoral sino también la difusión de insinuaciones y de mentiras sobre que Messi fue a negociar con una oferta del PSG debajo del brazo y haciendo presión. Leo no quiere saber nada con Laporta, el principal causante de esta ruptura.

Así, por culpa exclusiva de Joan Laporta, el séptimo Balón de Oro de Messi no está donde debe ni donde le corresponde ni donde a Messi le gustaría que estuviera para que esa historia de Leo con el Barça, pese al atentado e intervencionismo presidencial en contra de la naturaleza y fuerza vital de ese vínculo, no acabe deteriorándose ni rompiéndose. 

No tendría sentido que la imprudencia, la debilidad y el egoísmo de quien ha jugado con Messi sólo por su interés personal, como ha hecho Laporta, quebrase esa estrecha relación entre ambos, mucho menos en nombre de un club con una historia única y del mejor futbolista de todos los tiempos al que idolatran y querrán para siempre millones de barcelonistas. 

Comparado con lo que Messi le ha ofrecido al Barça, Laporta sólo está de paso, fugazmente, y con toda probabilidad pendiente de ser juzgado por la historia por haber sido el culpable directo y único responsable de obligarlo a abandonar el Camp Nou.

Laporta podría empezar por nombrar a alguien que, cuando menos, pudiera negociar la colocación del séptimo Balón de Oro en el Museu, junto a los otros seis, ese que, también, pertenece al Barça. Y en todo caso, quien menos se lo puede discutir es Laporta.

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