Los comunes consiguieron cerrar un pacto con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, para tramitar los presupuestos del Gobierno. En el centro del acuerdo había la exigencia de los comunes a ERC porque facilitara que las cuentas del Ayuntamiento de Barcelona también pudieran salir adelante. “Quid pro quo”, admitían en privado tanto ERC como los comunes en el Parlament el día que se anunció. El intercambio de cromos se escenificó con todas las partes asumiendo públicamente su papel y anunciante sus votos en todas partes.
Pero, poco después, la alcaldesa Ada Colau hacía el ridículo negando en rueda de prensa que hubiera habido ningún intercambio de cromos. Después de cómo se había explicado todo y de las declaraciones que se habían hecho desde los comunes y desde ERC, las palabras de Colau minaron su credibilidad de forma descarada.
