No lo volverán a hacer hasta 2050. Mientras tanto, seguirán ahí, cual “super glue”.

La independencia cayó de las alforjas independentistas. Los errores, (véase a Mas, balbuceando excusas en TV3), la perversa presión ejercida sobre más de la mitad de la población resistente (invisible para ellos) y el descubrimiento del engaño por parte de los fieles (“solo queríamos presionar” Junqueras dixit). P pincha el soufflé, con gran pérdida de seguidores, bien agotados, bien decepcionados, más otros que de tan indignados, proponen que los indultados vuelvan a prisión.
Muchísimos se quitaron un lazo que solo tenía un objetivo: la toma de poder por los que estaban en primera línea. Estos separatistas privilegiados (consellers, directores generales, asesores), para no perder aún más clientela, seguirán con la consecución de la independencia, bien con mantra “re-referéndum”, o con reeditar la DUI (para Aragonés, hasta 2050). Para entonces “todos calvos”.
El furioso enfrentamiento entre las tres facciones separatistas, la primera fugada, jugando al Consell republicano; la segunda, presencial, que plantea hasta renunciar a la “estelada”, y, la tercera, una CUP que no sabe quién es Jordi Pujol. Sin andamiaje para “el dogma”. Se reafirma el ridículo en Europa, cuyos diputados, hartos “de los catalanes”, nunca validaron, por absurda e innecesaria su reivindicación, a pesar de la inaudita inversión (España no nos robaba) que benefició a algunos diputados, algunas de cuyas voluntades fueron compradas.
Lo que ahora les queda son dos objetivos: primero, vivir bien, y, segundo, reclamar competencias. El primero está conseguido pues contrariamente al libro de Albert Soler (“Nos cansamos de vivir bien”) la flor y nata de los separatistas viven como nunca hubieran imaginado. Cuidarén, pero solo emocionalmente, a los fieles a la causa, ya sean convencidos u oportunistas, pero que garantizan votos, para seguir subidos “al carro”. Aunque la independencia quede aparcada, ellos seguirán teniendo el control del dinero, pues de eso se trataba. Sin comerlo ni beberlo, les viene a ver un ángel, en forma de ave fénix, Pedro Sánchez, entestado en mantenerse hasta las próximas elecciones, que una, cada vez más numerosa, España decepcionada, espera que no gane. Sánchez, un líder con una excepcional capacidad para renacer de sus cenizas, lo consigue una vez más con el éxito aparente del último congreso, sin una sola crítica, con todos los expresidentes y capitanes históricos rendidos a sus pies -no sea que les quiten prebendas-, poniéndose él a su vez, a los pies de los separatistas.
Segundo objetivo en curso: arrancarle al siervo el máximo de competencias a cambio de aprobar los presupuestos. En efecto, el odiado Estado español nyordo, cede una y otra vez, a un burdo chantaje. Los mandatarios separatas, y su cohorte con sus precedentes malversadores, a quienes se les subvenciona los avales reclamados sobre antes sus malversaciones. Una cómoda supervivencia para ellos queda más que garantizada. La población que no abrazó la causa no tendrá ninguna oportunidad, salvo que se echen en sus brazos hablando catalán y prometiendo hacerlo hasta en sueños. El Barça pierde, las empresas se resisten a volver, Barcelona es hoy una de las ciudades más sucias, dejadas y peligrosas de Europa, ¡¿se lo pueden creer?! La única esperanza para la resistencia es que funcione el “divide y vencerás”, ya que el independentismo está cuarteado, aunque solo ideológicamente, que no para el reparto. “No lo volverán a hacer hasta 2050”, pero hasta entonces seguirán ahí, cual super glue, fijados como Sánchez, todo lo que puedan.
A pesar de las increíbles barbaridades que han hecho y siguen haciendo, uno y otros, no podemos esperar con que bajen del burro, si alguien no los echa. Un burro en bucle repetitivo: “cuanto, peor mejor”. Se aferraron a la moqueta, a los super sueldos más limusina, tras ganar unas elecciones, dando una vuelta de tuerca totalitaria a la democracia, empobreciendo al país a costa de su enriquecimiento personal y continuidad. La historia dará testimonio: nunca un nacionalismo destructor del estado de derecho fue tan engañoso, y malvado con su propia gente, orquestando un vergonzoso blanqueo, en un perverso intento de que el destrozo pasara desapercibido y ellos continuasen al mando, in saecula saeculorum y “si te he visto, no me acuerdo”.

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