El propio expresidente Quim Torra, que ayer tuiteaba un autoelogio conmemorando el segundo aniversario del juicio que le hizo el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) por desobediencia después de haber retirado tarde, pero retirado, la pancarta del balcón de la Generalitat a favor de los «presos y exiliados». Un juicio que acabó con su inhabilitación.
Por este motivo, Torra escribía: «Hoy hace dos años hice este alegato final en el juicio antidemocrático en el TSJC con el objetivo de inhabilitarme y acallarme. No fui a defenderme de nada. Obedecí el mandato popular y los derechos fundamentales en mi deber como presidente», y acompaña el texto con el vídeo de su declaración ante el TSJC.
Pese a los intentos de martirizarse, en el ranking de ‘gestas épicas’ del independentismo, el gesto de Torra no ocuparía uno de los primeros puestos, más bien al contrario. De hecho, el hombre hizo colgar una pancarta, el TSJC le mandó retirarla dándole un plazo, él superó el plazo, pero mandó retirarla. Ésta es la épica que él y sus incondicionales reclaman.
