Tebas y el Gobierno coronan a Laporta como propietario del Barça

Una moratoria de dos meses hasta que entre en vigor el decreto anti-aval elimina el último obstáculo para gobernar sin ningún control

El presidente del Barça, Joan Laporta
El presidente del Barça, Joan Laporta

Javier Tebas aprieta, pero no ahoga. Pocos días después de comunicarle al FC Barcelona la premura por renovar su aval de 124,6 millones, antes del 29 de noviembre, acaba de otorgarle una moratoria de dos meses con la finalidad de que este aplazamiento le permita acomodarse y aprovecharse del decreto que planea publicar el Gobierno de España más o menos por esas fechas para reducir el volumen de los avales de los clubes que no son sociedad anónima.

Es la respuesta a la presión política impulsada desde el entorno de Joan Laporta para que, también desde el Govern de la Generalitat, se pongan a salvo los intereses del propio presidente, eso lo primero, y de sus avaladores, entre ellos los de Audax (José Elías y Eduard Romeu) y también los de Jaume Roures, que tenía ‘pillados’ 30 millones  en el aval ‘frankenstein’ suscrito en el amanecer del 17 de marzo pasado al límite de poder hacer efectiva la toma de posesión de la nueva junta directiva del FC Barcelona.

Se replica así la maniobra que, desde Euskadi, los partidos clave en la aprobación de los presupuestos de Pedro Sánchez, PNV y Bildu, han realizado para prácticamente suprimir el aval, la única garantía de los cuatro clubs que no son sociedad anónima -Barça, Real Madrid, Athletic y Osasuna- para acabar muy pronto convertido en una entidad ingobernable, arruinada e inevitablemente abocada a la conversión en una sociedad accionarial.

La medida supone, efectivamente, el fin del club azulgrana tal y como los socios lo han conocido y mantenido desde el 29 de noviembre de1899. No es casualidad, al contrario, resulta muy significativo y burlón, cínico, que se haya elegido esa fecha para el inicio de la moratoria que, como ansiaba Joan Laporta, le permitirá perfilar el modelo de Barça soñado, un club en el que ya no existe ninguna ratio económica que cumplir respecto a la deuda, ahora sin límites, tampoco ningún control estatutario tras la anulación asamblearia del artículo 67 y ahora libre de prestar ningún aval.

No hace falta decir que Joan Laporta lleva años prescindiendo de la opinión y voluntad de los socios, que también se ha librado de las “penyes” y que desde su llegada se mofa y cachondea de la Comisión de Control y Transparencia del FC Barcelona, convertida en la vergüenza de cualquier institución que se precie. Fue el mismo Joan Laporta quien se trajo a su “compliance” de cámara para evitar que su función, aparentemente orientada a la pulcritud y legalidad de los procesos administrativos y ejecutivos, no fuera un estorbo para sus planes ni decisiones.

Los pocos empleados y ejecutivos del FC Barcelona que desconocían cómo es y actúa en la realidad Joan Laporta no salen de su asombro ante el vandalismo de su gestión interna y sus constantes abusos de poder, ya sin límite.

No hace ni 48 horas que, por ejemplo, ha sido nombrado el nuevo director de la oficina del FC Barcelona en Hong Kong, Bryan Bachner,  ex-director de CSSB Limited, la empresa asesorada en el pasado por el presidente y controlada por Joan Oliver que lideró la desaparición del Reus junto con Joan Laporta, Rafael Yuste y Xavier Sala-Martín. Su fichaje garantiza, aunque sea a distancia, el mismo caudal de autodestrucción exhibido por esa misma ‘banda’ al frente del Reus, además de seguir cuidando, con coste para el club, de los intereses que aún mantienen Laporta y los suyos en China, un mercado en el  que Bryan Bachner representa que es especialista. De las maniobras que condujeron al Reus a su liquidación la más sorprendente fue, sin duda, la adquisición de un club de fútbol chino con una inversión de 20 millones.

La oficina de Hong Kong no ha sido pues adjudicada a ningún ejecutivo por meritocracia o currículum sino a otro amigo del presidente, a uno de esos compinches de Joan Laporta en sus oscuros negocios. Por no tener, Laporta no tiene enfrente ni una prensa seria y valiente, pues esos medios que aún presumen de haber destapado el Barçagate, se conforman, callan, reculan y se inhiben cuando se trata de denunciar las artimañas y fechorías del actual presidente a plena luz del día. 

Los casos evidentes de nepotismo con su hermana y su prima, la figura sometida a su entera voluntad del jefe de “compliance” no son nada al lado de la reciente adjudicación a dedo a una empresa israelí, de la que él había sido consultor y socio, para la explotación comercial de los NFT (Non Fungible Token), una sociedad desconocida después de descartar al principal especialista de este mercado, Dapper Labs, a propuesta del departamento digital del propio club, que llevaba tiempo preparando ese paso adelante.

No han reaccionado aún del shock que ha supuesto la asignación a la empresa relacionada con el entorno personal y de negocios del presidente. Por no hablar del extraño y sospechoso papel de su hermano, Xavier Laporta, que está apareciendo continuamente en todo tipo de operaciones  en representación, no queda del todo clara según los testimonios, si del presidente o del propio club como si se tratara de una intermediación. Ni siquiera en la rueda de prensa de la presentación de Xavi los periodistas se atrevieron a insistir en preguntarle a Laporta por el acuerdo final con el Al Sadd por la cláusula de liberación del nuevo entrenador del FC Barcelona. 

Se sabe y se sospecha que al final Laporta, en nombre del FC Barcelona, habrá de colaborar en la promoción del Mundial de Qatar. De esa opacidad evidente, la misma prensa que se inventa cargos y acusaciones contra Josep Maria Bartomeu prefiere callar y mirar hacia otro lado cuando es Laporta quien escurre el bulto de la transparencia prometida. 

¿Hubiera denunciado esta prensa el escándalo que supone colocar en nómina a su propia hermana si lo hubiera hecho Bartomeu saltándose la literalidad y prohibición del Código Ético? Desde luego habría corrido la tinta y las tertulias arrojarían fuego y ataques salvajes en su contra. Es la misma prensa que, en su día, ya callaba cuando Laporta imponía que su amante, la brasileña Flavia Massoli, fuera contratada y mantenida por el club. Cómo no va a seguir guardando ese silencio, cobarde y amordazada después de colocar el listón tan alto. 

El Barça se encuentra a pocos meses ya de la pérdida completa de su identidad y de sus valores de arraigo social apenas ocho meses después del ascenso de Joan Laporta a la presidencia del club y en el inicio de un proceso de gobierno desenfrenado, sin control ni participación de los socios después de una asamblea en la que, voluntariamente, la asamblea puso el futuro del club en las manos de una junta que ya no ha de dar ningún tipo de explicación ni responder a nadie de sus actos, mucho menos ahora que el Gobierno de Pedro Sánchez, arropado por los partidos vascos y catalanes, quiere aprobar un modelo de clubs de fútbol sin ningún tipo de futuro. 

El último obstáculo para Laporta eran los avales, no tanto para él como para el resto de sus compañeros de junta que pusieron 120 de los 124,6 millones de garantía exigidos por la ley. El nuevo decreto que viene podría reducir ese aval que hoy es del 15% del presupuesto de gastos a un 3%, cifra que Laporta tratará de reducir al cero absoluto si se lo permite la ley y la asamblea se lo aprueba. Nadie duda que su prensa lo llevará entre clamores y aplausos a liderar un Barça sin Messi, sin fuerza social, sin control económico, sin límite de pérdidas ni de deuda, sin “penyes” y ahora también sin avales. Laporta ya se siente propietario del FC Barcelona.

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