El líder del PSC, Salvador Illa, no se cansó de repetir en campaña electoral que uno de sus objetivos era “volver la política a la política” y desjudicializar todo aquello relacionado con el conflicto entre Cataluña y España. La promesa fue notablemente aplaudida por el independentismo, por los comunes e incluso por el Gobierno español, que avalaba la estrategia y lo encajaba en su compromiso con el diálogo. Pero las elecciones se celebraron, los meses han pasado, el Gobierno independentista ya hace más de ciento días que está en marcha, y el Parlament ha vivido los primeros momentos de tensión al debatir y votar las ya tradicionales iniciativas relacionadas con la monarquía y con la autodeterminación.
Estas resoluciones, como siempre pasa, han sido recurridas al Constitucional por PPC, Cs y Vox. Pero el PSC decidió no participar en este paso, haciendo creer a todo el mundo que cumplía con la promesa desjudicialitzación del conflicto.
Nada más lejos de la realidad. Lo que tenía preparado el PSC era una estrategia diferente para llevar al TC igualmente una acción del independentismo amparada por la Mesa del Parlament pero en solitario, sin ir de la mano de la derecha española. Y es que los de Illa han recorrido la delegación de voto del diputado de JxCat y ex consejero Lluís Puig, que hace meses que vota así sin problema.
