La ciudad y el cuerpo

El día 25 de enero de 2001 a las 13 horas en la ciudad de Nueva York se perpetraron al mismo tiempo dos delitos, más concretamente los de violación y fraude. Este hecho, de por sí traumático, se extendió durante siete años que fue lo que le costó a Jana Leo que condenaran al asaltante que a agredió sexualmente en donde vivía. Posteriormente y obsesionada por aquellas dos horas  de violación, analizó estadísticas, descubrió unas pautas fijas de comportamiento, y fue así como logró establecer el vínculo existente entre la geografía del delito y la violencia sexual, entre la discriminación racial, la exclusión económica y la violación, entre la especulación inmobiliaria y la violación.

Todas estas relaciones las escribe Jana Leo en un magnífico libro que se titula Violación Nueva York (editorial Lince), en el que nos relata deforma aséptica, cruda y sin ambages la realidad de la ciudad de Nueva York que recoge todos los matices de las realidades que acontecen de forma cotidiana en nuestras ciudades.

Nos habla de las estrategias de violencia que generan algunos grandes tenedores de vivienda y fondos de inversión que utilizan sus activos no con el fin de ganar dinero, que no es un pecado en sí mismo, sino con el de especular atrapados por la usura.

No cabe duda de que sus estrategias repercuten directamente y de forma violenta en nuestros cuerpos que fue precisamente lo que hizo que hace veinte años, en la ciudad de Nueva York, Jana Leo se tuviera que descalzar sus botas marrones, despojarse del jersey verde, bajarse los pantalones y …. Sin consentimiento pero quería sobrevivir.

El recuerdo de este libro y el volver a releérmelo fue inevitable cuando el pasado día 30 de julio una jueza de Barcelona absolvió a dos activistas y a Jaime Palomera, portavoz del Sindicat de Llogaters, de las acusaciones que se les imputaban (delito de coacción), por el que la fiscalía les pedía tres años de cárcel a cada uno.

La magistrada Silvia Pedrolo después de escuchar los testimonios de los mossos que acudieron  a uno de los locales  dónde treinta activistas entraron para protestar por el conflicto abierto que había entre propietarios e inquilinos, concluyó que durante las seis horas que permanecieron dentro del local, lo hicieron de forma pacífica.

Paradójicamente los propietarios sí que habían sido sancionados por el ayuntamiento de Barcelona con una multa de 180.000euros, después de constatar el estado deplorable en el que se encontraba el edificio (plaga de termitas, goteos en las tuberías, sin agua potable en el piso debido a que las tuberías eran de plomo y el agua tenía una concentración superior a la permitida).

Este es otro ejemplo de lo que de forma cotidiana ocurre en nuestros barrios y que explica como la transformación de nuestras ciudades y la especulación inmobiliaria que comporta todo proceso de gentrificación, finalmente supone la progresiva expulsión de los vecinos que los habitan. Es el acoso inmobiliario.

Susana Alonso

Uno de los aciertos que la artista visual y pensadora Jana Leo tiene en su libro al explicar la corrupción sistémica que acompaña la renovación constante de nuestras ciudades es que parte de un sistema abstracto que es el que transforma nuestras ciudades, con las fuerzas que lo controlan, la especulación, el valor del suelo, los cambios legislativos, la ideología asociada al tipo de construcción y al tipo de propiedad, los intereses y estrategias de las promotoras etc., para focalizarlo en un caso en concreto, en un suceso, en el de su propia violación.

Así y partiendo desde este hecho tan concreto relata como el acoso inmobiliario es una práctica habitual y esencial en los procesos de gentrificación de nuestras ciudades.

Denuncia que con la omisión del cuidado de los edificios se invita a delinquir a las mafias y de este modo en los portales, escaleras o bloques se siguen cerrando los círculos perversos de la corrupción que acaban con escenas como la que le ocurrió a Jana Leo que después de haber sido violada e intentar persuadir a su violador para que se fuera él le contestase “No ha estado mal”, mientras anudaba el condón.

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