Los juegos ‘malabares’ de Laporta salpican sus propias cuentas

La LFP niega un posible pacto para aliviar el aval de la junta a cambio de aceptar el dinero de CVC

Javier Tebas
Javier Tebas

La próxima asamblea del FC Barcelona, fijada para el día 17 de este mes, se va calentando y complicando para los intereses de Joan Laporta mucho más de lo que parece. Entre los frentes calientes, esa liquidación abiertamente demonizada por la nueva estrella mediática del barcelonismo, Ferran Reverter, que intenta un cuádruple salto mortal sin red, pues la junta de Laporta quiere cargar 481 millones en la mochila del pasado (sobre los hombros de Bartomeu pero sin acción de responsabilidad), dar beneficios artificiales de lo que se imagina que ha sido un mini-mandato de tres meses y medio, también eludir la ampliación del aval con esas pérdidas colocadas en el limbo de alguna fantasía contable y, finalmente, a cuenta de las provisiones de 238 millones sin ningún o poco fundamento, revertirlas en la temporada actual en forma de ingresos.

Un ejemplo. La operación de Griezmann genera una pérdida de unos 30 millones que se incluye en la provisión por devaluación de futbolistas dentro de la temporada 2020-21. La venta del delantero francés al At. Madrid se produce, sin embargo, en julio, o sea en la temporada actual, donde está previsto revertir una parte de esa pérdida en forma de ingreso. Lo mismo ocurre con Trincao, traspasado en julio y amortizado previamente antes del cierre del 30 de junio de forma que la parte de la pérdida generada por la amortización pendiente se cuenta retroactivamente en el ejercicio anterior y la parte del ingreso de la venta se convierte en beneficio para el ejercicio 2021-22 de Joan Laporta.

Claro que para que eso ocurra se han de dar circunstancias y complicidades especiales. La primera, idear esta fórmula diabólica, contablemente artificial, sospechosa y seguramente no legal con el único propósito de aprovechar que Bartomeu ya no está para doblar las pérdidas reales consecuencia de los 300 millones de menos de ingresos, indiscutibles, a causa de la covid.

La segunda, efectivamente, exhibir esa desvergüenza a la hora de practicar un hechizo contable de esta magnitud y desde luego explicarle un cuento al auditor y que se lo crea. La provisión de 128 millones para esas contingencias futuras, visionarias, anticipándose a la imprevista oferta de recompra del At. Madrid y otros hechos futuros, el auditor se lo ha admitido en el marco de esa relación cliente-auditor y la predisposición a colaborar dentro de esos límites que parecen del todo irreales.

La tercera, que la LFP, ente fiscalizador y en cierto modo responsable final de que los clubs, su gestión, contabilidad y liquidaciones, económicas y patrimoniales, estén en orden también apruebe estos juegos que Joan Laporta ya calificó de “malabares” en su momento.

Javier Tebas, personaje tan enérgico como sinuoso y pactista, efectivo y beligerante a campo abierto, pero también el mejor moviéndose en las sombras y la trastienda del fútbol español de elite, es capaz de volver locas a todas las partes implicadas.

Primero le pone imposible a Laporta renovar a Messi por la situación del Barça, luego le ofrece un colchón con CVC, también desata una guerra con Laporta por su seguidismo y actuación como peón de Florentino a favor de la Superliga, un invento que está decidido enterrar para siempre. Al mismo tiempo, Tebas es capaz de defender como acaba de hacer la capacidad de recuperación del Barça del que, dijo ayer, “no está tan mal como parece”.

Sobre este juego de tronos, también ayer circuló una información sorprendente según la cual, avanzado por La Vanguardia, Laporta y Tebas habían alcanzado un acuerdo para distraer esas pérdidas (481 millones) a efectos de aval y admitir una incomprensible liquidación dividida en dos, con un periodo de 1 de julio de 2020 a 17 de marzo de 2021 con números rojos corregidos y aumentados, y otro periodo con unas ganancias de seis millones entre el 17 de marzo y el 30 de junio.

Disparatado, aunque no imposible en la imaginación y la realidad en la que viven el presidente, el CEO y los avaladores, convencidos de que ellos no están en el Barça para cumplir la ley sino para que las normativas, los estatutos y normativas se adapten a sus propósitos, circunstancias, necesidades y beneficios.

Las relaciones entre Laporta y Tebas son ciclotímicas, pueden pasar por todos los estadios en un solo día y acabar entendiéndose un minuto después de haberse jurado una guerra eterna.

La LFP se enfrenta a un escenario delicado puesto que las exigencias contables de Ferran Reverter pueden acabar, si se les da luz verde en Madrid y en la asamblea, en una demanda de impugnación que, inevitablemente, arrastraría a Javier Tebas a dar explicaciones probablemente incluyéndoles, a él o la LFP, en la reclamación judicial.

Un panorama que dejaría el FC Barcelona en una encrucijada problemática y con un conflicto latente de fondo que podría paralizar o mediatizar la propia gestión de la junta directiva en función de si un juez dicta medidas cautelares en un sentido o en otro.

Sobre ese pacto para liberar parte del peso del aval, circunstancia que desde luego favorecería los intereses de Jaume Roures propios, personales, y también profesionales por su relación con la explotación de los derechos de TV a través de la LFP. Roures y Tebas forman equipo en la batalla por dejar a Florentino y la Superliga en fuera de juego.

Vienen días agitados y convulsos, básicamente derivados de la ambición ciega y sin límites de Joan Laporta, empeñado mucho más en vengarse del pasado que de cimentar el futuro. De momento domina el mensaje y aparentemente el estado de opinión. Falta que la ley también se someta a su voluntad. Más difícil.

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