La República Catalana Independiente ¿sería soberana?

Para que haya “estado” se requieren tres elementos: población, territorio y soberanía. Es obvio que en Cataluña tenemos una población y un territorio. La pregunta que los independentistas tendrían que responder es si esa República Catalana Independiente (RCI) que preconizan, sería soberana y en qué medida. Es decir, ¿sería un verdadero “Estado” o un “estado fallido”?

La RCI sería soberana si no dependiese ni interna ni externamente de otros países para ejercer su poder. Posiblemente en la vertiente interna de la soberanía, esa supuesta RCI podría ejercer su poder sobre la autoridad civil (aunque yendo contra los deseos de al menos la mitad de la población); la eclesiástica (suponiendo que el catolicismo catalán les pusiese bajo palio) y la económica, siempre y cuando la burguesía de derechas no acabase maltrecha por las concesiones hechas a la CUP y otros partidos de izquierdas. Incluso, la Justicia y los estamentos militar y policial, podrían aceptar esa autoridad siempre y cuando no contraviniese las normas y el Derecho Internacional.

La Unión Europea (UE) ya ha dicho claramente que des de el primer momento esa RCI estaría excluida. En la Europa de hoy estar fuera de la UE puede parecer a algunos que implica ser más independiente, pero en la práctica es ser mucho más dependiente que estando dentro. Esa apariencia de independencia tendría menos soberanía efectiva que hoy, entre otras cosas porque ahora los ciudadanos y partidos catalanes tienen influencia en el Banco de España y, a través de él, en el BCE. Y esa influencia la perderían. Y esa paradoja de más independencia aparente pero menos poder de decisión real se repetiría una y otra vez en otros ámbitos: energía, comercio, tecnología, finanzas, militar (es decir seguridad) con lo que nuestra economía, prosperidad y calidad de vida descenderían aún más de lo que han bajado a partir del 2017. Dentro de la UE, pierdes una parte de soberanía propia, pero ganas la compartida; fuera, no pintas nada, aunque te quieras creer que eres más soberano e independiente de lo que eras antes de la supuesta RCI.

Lo que no se presenta tan fácil es que la vertiente externa e internacional de la soberanía de la RCI puede ejercer poder alguno ante la UE, la ambiciosa China o ante los irrenunciables planteamientos de dominio de los EUA o Rusia. Ni los más optimistas independentistas pueden imaginarse que Rusia, Alemania, Francia, UK o los EUA tratarían en pie de igualdad a la RCI. Ni que decir tiene que España, tras haber sido insultada, vilipendiada y negada por los independentistas, difícilmente reconocería esa soberanía ni se avendría a permitir que las relaciones actuales se mantuviesen como si nada hubiese pasado.

Los partidarios de la RCI se basan en tres mitos: un enemigo exterior (España), la supuesta voluntad mayoritaria del pueblo (en realidad los catalanes como se ha visto reiteradamente estamos profundamente divididos) y la fantasía de que la propuesta de la RCI conseguiría herramientas propias para desarrollar su pleno potencial sin depender de nadie. Es decir, estamos hablando de un nacionalismo mágico, que solo puede existir en mentes poco racionales.

El mito de la soberanía territorial no es más que un mito o una ilusión, ya que casi todos los estados contemporáneos son miembros de tratados y organizaciones internacionales que limitan su autonomía efectiva. El propio reconocimiento de los derechos individuales frente al Estado (tal como lo establecen l’Estatut, la Constitución y el Tratado de la Unión), junto con el hecho internacionalmente reconocido de que los Estados deben reconocer determinadas reglas internacionales, hace que la “soberanía” como poder ilimitado haya decaído.

Susana Alonso

La “soberanía” de la anunciada RCI se disolvería como azucarillos en agua si otros estados decidiesen darle la espalda o por el motivo que fuese optasen por aplicar presiones económicas, financieras, energéticas, comerciales, energéticas o incluso militares. Si, quizás esa RCI sería independiente en la mente de algunos, pero no lo sería económica, energética, tecnológica, militar, geopolítica y posiblemente acabaríamos siendo siervos de quienes aceptasen darnos su apoyo. En catalán hay una frase que describe muy (porno)gráficamente esa situación: darte una bellota, para hacerte cagar un roble (“donar-te una gla, per fer-te cagar un roure”).

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