Laporta, atrapado en el ‘escape room’ de Koeman

El presidente, en otro vídeo grotesco, pide la paciencia y la confianza que él mismo ya ha perdido

El entrenador del Barça, Ronald Koeman

El Barça de Laporta se enfrenta a la situación más delicada de su mini-mandato por culpa de otra derrota europea (0-3) contra el Bayern que ha puesto en el centro del debate a Ronald Koeman, un entrenador que  debe hacer frente a diario a un entorno cada vez más complicado por culpa de un presidente que no sabe bien a lo que juega.

Empezó citando a Koeman para echarlo, salió de la reunión sopesando su continuidad y cuando decide que se quede y cuando todo parecía tranquilo y encarrilado el propio Laporta les explica a los periodistas, contradictoriamente, que quiere renovarlo para darle confianza de cara al vestuario pero que a él lo que le gustaría es que jugase Riqui Puig, cambiase el dibujo técnico y diera oportunidades a Umtiti a pesar de la recomendación expresa del técnico de venderlo.

Lógico que Koeman se sintiera presionado y manipulado por un Laporta que en su delirio presidencial ya se cree Cruyff y que no tuvo más remedio que pedir disculpas y ratificar su confianza de palabra, pero no en forma de ampliación de contrato por un año más. Así, con la herida a medio cerrar, en cuanto Koeman ha hecho alguna declaración mal traducida o interpretada, los ‘pistoleros’ del presidente han disparado a ‘matar’. Por un lado, el inevitable Enric Masip, replicando que si el Barça tiene futuro es gracias a nuevo presidente y no a Koeman. Por otro, el ya desahuciado ex-director de campaña, Lluís Carrasco, anunciando que Koeman “se ha autodestruido”, las expresiones que maneja el presidente, enfurecido y excitado en privado, en su ‘camarote’, donde dice lo que de verdad piensa.

La derrota europea, acompañada de la literatura derrotista de su prensa más leal, evocadora del peor pasado, desanimada y que en el fondo sigue esperando que Laporta eche al entrenador de Bartomeu y al resto de las ‘vacas sagradas’ para acabar de una vez por todas con la maldita ‘herencia’ va a tensar la cuerda en las próximas horas y próximos partidos.

Si Koeman ya ha experimentado el recelo, poco tacto y el criterio mareante e indeciso de Laporta -que le pregunten también a Messi- la presión para las rebajas de salario a Busquets, Sergi Roberto y Jordi Alba han generado un rechazo social a estos baluartes del equipo, los capitanes, que contra el Bayern fueron sustituidos o cayeron lesionados. Sergi Roberto se llevó además la bronca del público del Camp Nou que, mayoritariamente, pasó del partido porque había muy pocos abonados y mucha entrada prestada.

Desde el punto de vista estrictamente futbolístico, el Barça se vio en el espejo de aquel equipo del 2008-09 imparable, dominador, efectivo, campeonísimo que asfixiaba a sus rivales en casa o fuera sin perdón ni contemplaciones. El Bayern está el primero, hoy, en el ranking europeo vista la demostración de talento colectivo en el Camp Nou.

El Barça de Koeman, por el contrario, se encuentra en el tránsito de apostar por una transición generacional definitiva que convendría reforzar y mantener porque, bien mirado, tampoco hay otro camino ni fichajes al alcance de la institución hasta que no vuelvan los ingresos.

La reflexión de Piqué, “esto es lo que hay”, estuvo acompañada, menos mal, de un voto de confianza para todos los chavales que ya están jugando Champions con 18 o 20 años y la recomendación, o así cabe interpretarla, de mantener esta línea de trabajo iniciada por Koeman.

El barcelonismo intelectual, sin embargo, se niega a admitir que Laporta haya repetido la apuesta de Bartomeu porque ni Jordi Cruyff ni Xavi Hernández, ni nadie que él conozca, se atreve a entrenar a este equipo y porque no ha sido capaz de enfrentarse al poder de las ‘vacas sagradas’. También porque ha sellado con Piqué un pacto de supervivencia para que desde el vestuario se atice a Bartomeu aunque no venga a cuento. 

Eso es lo que ahora cuenta para Laporta, llegar a la asamblea con la afición de uñas contra Bartomeu, también el equipo, los Mossos y todo aquel que pueda ayudar a la causa. La prioridad es evitar cargar con las pérdidas de 481 millones voluntariamente infladas para que la temporada 2021-22 pueda generar beneficios. Puede que, de aquí a la asamblea, si no se anda con cuidado y no gestiona el vestuario con tacto, se encuentre con el foco puesto en el rendimiento del equipo.

El equipo, por edad y actitud, lleva años decayendo, sobreviviendo en las competiciones locales, sin que 50 goles de Messi sirvan para nada, sin que se destapen los grandes fichajes y sin que la ausencia de Griezmann o Suárez hayan cambiado el panorama, sea con el entrenador que sea. Sigue siendo traumática la regeneración del mejor equipo de la historia del fútbol, sea con un presidente o con otro. Si al final del partido, 13 años después, sigue saliendo Piqué a dar la cara es que nada ha cambiado verdaderamente. Para pasar página de verdad es necesario mentalizarse de que el Barça debe volver a empezar.

A todo esto, mientras el equipo se deshacía bajo la tiranía del fútbol del equipo alemán, la grada se entretenía jugando con un balón gigante pasando del partido. Mal síntoma.

Peor aún la imagen de Laporta en la previa, enviando un vídeo casero, mal grabado, insulso, mal iluminado y grotesco, haciéndose el próximo y el colega. Cero sintonía con el socio. Tiene razón Javier Tebas cuando dice que Laporta lleva diez años fuera de la realidad. Es verdad que en diez años no había vuelto al Camp Nou ni tampoco a un desplazamiento del Barça y se nota.

Ayer colgó otro vídeo pidiendo a los socios paciencia y confianza, o sea las dos cosas que él, personalmente, ya ha perdido. ¿Si el vídeo es creíble? No. Si hacía falta, tampoco. El problema es que no sabe cómo echar a Koeman ni a quién traer en su lugar. Lo mismo que le pasó con Messi, que no sabía a qué jugaba. Situación delirante y delicada.

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