Cataluña ya no es atractiva

Entre los daños directos o colaterales del procés, que son muchos y afectan a todos los ámbitos de la vida, está la pérdida del atractivo catalán.

Durante algunos años circulaba por España la idea de que Cataluña era más moderna, más creativa o la región más europea del conjunto español. Nunca sabremos qué hubo de cierto en eso, pero la creencia era común. Tenía tintes de leyenda urbana y era compartida por mucha gente.

Quizás esa creatividad y esa europeidad de los años prósperos y felices (de los 70 a los 90 del siglo XX) no se debieron jamás a nada intrínsecamente catalán si no más bien a algo barcelonés. Ahí están El Víbora, Nazario, el diseño y la moda, las propuestas teatrales (Comediants, La Fura dels Baus, La Cubana), ciertas cosas anarquistas y alternativas, propuestas de las artes plásticas avanzadas (Barceló, Plensa, el dudoso Tàpies, Azagra, Miralda). Incluso la revista Integral Ajoblanco tenían la sede en Barcelona, por no hablar de editoriales insignes (Tusquets o Anagrama, o la señora Carmen Balcells) o de autores con gran proyección internacional: Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Casavella, Bolaño. Y etc.

Nunca se debió confundir a la Cataluña real, más carlista que emprendedora, con la Barcelona creativa, pero de ese error salieron grandes conclusiones equivocadas, por supuesto: Barcelona nunca ha sido Cataluña. Todos los barceloneses recordamos aquellos tiempos en los que nos tildaban de pixapins, camacos y otras lindezas en cuanto nos íbamos a las comarcas. A los de Barcelona nos odiaban en el interior profundo.

En Cataluña hubo un tiempo en el que a uno le contaban que conocer y hablar el catalán le iba a favorecer en cosas tan elementales y básicas como la obtención de un buen puesto de trabajo, y ese argumento pudo convencer a algunos. Pero los jóvenes de hoy ven como sus posibilidades laborales son mínimas y quizás se pelean por repartir comida con una mochila a cuestas. Para ejercer esa actividad el catalán resulta innecesario. La pérdida de influencia de Cataluña en la economía española lleva consecuencias lamentables como esta.

Más pronto que tarde llegará el día en el que las autoridades regionales supliquen al Estado que les subvencione y les incluya en un programa de regiones devastadas por el procés. El procés es una guerra civil catalana, no es una disputa entre Cataluña y España.

Se cuenta en los medios que profesionales de varios ámbitos, desde el científico al tecnológico, el médico o el de la judicatura evitan trabajar en Cataluña: no solo son las empresas las que se largan.

Mientras Madrid conserva su personalidad, la de sus barrios, la de sus rincones emblemáticos, Barcelona ha sido incapaz de mantener sus señas de identidad: algo relevante, y más cuando el movimiento nacionalista es, ante todo, un reivindicación permanente de unas señas identitarias quizás ilusorias.

Daños colaterales muy graves del procés: empobrecer Cataluña, mostrarla hostil y antipática (analicen el caso de Sean Scully), empequeñecerla y, finalmente, devorar a Barcelona en su fagocitación patriótica (Barcelona fue, quizás, el único hecho diferencial catalán). El procés ha sido, pues, lo peor que le pudo pasar a la región cuando esta vivía la mejor etapa de su historia: jamás tuvo tanto autogobierno, jamás tanto presupuesto en manos de las autoridades locales, jamás tanto dinero invertido en la promoción de la lengua catalana, jamás un cuerpo policial propio. Cuando tenía todo lo que nunca tuvo, decidió tirarlo todo por la borda en nombre de un sueño irracional, basado en ilusiones medievales. Este es el único balance racional que podemos hacer de los diez años basureados en nombre del procés.

Susana Alonso

Lo malo de todo eso: la factura de la decadencia que se avecina la vamos a pagar los ciudadanos de Cataluña por entero, sin distinción de clase, lengua, profesión y número de apellidos catalanes. En la decadencia todos seremos iguales, hermanos y hermanas en la tristeza. No faltará quien culpe de la decadencia a los poderes españoles o europeos, por supuesto, pero todo el mundo sabe lo que sucede y cuales son sus responsables verdaderos.

Catalanes, catalanas: sean bienvenidos y bienvenidas a la decadencia post-procés.

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1 comentario en «Cataluña ya no es atractiva»

  1. Este señor si tiene sentido comun o como se dice en cataluña seni
    es de pelicula los mamarrachos de politicos en general que tenemos en españa, y especialmente en cataluña, y los ciudadanos sin darnos cuenta que nos utilizan solamente para sus enchufes y su probecho, el pais del mundo que mas asesores y enchufados tiene

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