El dinero de Ilaix será para Mendes

El guineano fue obligado a marcharse, mientras Laporta le ofrece un dineral a Ansu Fati y protege a Riqui Puig contra el criterio de Ronald Koeman

Ilaix Moriba
Ilaix Moriba

En el Barça de Joan Laporta, por lo que se refiere a fichajes y renovaciones, y también a las bajas, resulta clave el agente con el que se realice la intermediación. Y también, claro está, el enfoque que dé el entorno mediático a cada operación según el dictado de la junta. No hace falta ir muy atrás en el tiempo para haber detectado, en el caso de Ilaix Moriba, una hostilidad interna y externa que, además, fuentes del propio entorno del jugador han confirmado.

La posición de salida del FC Barcelona en su caso fue la de traspasarlo porque coincidían dos factores determinantes. Por un lado, Ilaix había llamado poderosamente la atención de no pocos clubs que, de inmediato, pusieron sobre la mesa interesantes ofertas por el jugador de origen guineano (Guinea Conakry). Por otro, la plusvalía de la operación era beneficio íntegro para las cuentas del club tan necesitadas de efectivo.

El cuerpo técnico, especialmente Ronald Koeman, tuvo que conformarse con aceptar una decisión decepcionante desde el punto de vista deportivo ya que Ilaix fue una de las enormes revelaciones de la cantera en una posición donde no hubo lesiones ni circunstancias que favorecieran, como en el caso de Araujo y de Mingueza, la exigencia de recurrir al Barça B.

Como Pedri, titular desde el primer día, Ilaix se acabó convirtiendo en el sostén del centro del campo, ofensiva y defensivamente, a partir de ese minuto 65 cuando todo empezaba a flaquear. Su éxito, su llegada y también su espectacular físico fueron también su condena.

En cambio, por el capricho y la voluntad del presidente Joan Laporta, otros, como Riqui Puig, son intocables, aunque ni jueguen ni cuenten para Koeman, del mismo modo que se dio marcha atrás por Umtiti porque su entorno Kosmos-Piqué así lo decidieron conjuntamente sin mediar la opinión de Ronald Koeman.

Dicho de otro modo, los protegidos de Laporta ganaron esta batalla, mientras que Ilaix, sin padrinos, hubo de marcharse sobre todo porque el club necesitaba esos 16 millones que pagó finalmente el Leipzig, una apuesta segura de futuro para el club alemán y una venta que, a la larga, puede que el Barça acabe lamentando. De tal modo le pusieron las cosas, con una intransigencia y condiciones inadmisibles, que Ilaix Moriba se marchó muy en contra de su voluntad.

Desde el punto de vista futbolístico no había dudas. El factor añadido que además inclinó la balanza fue el no tener un agente ‘hermano’ del presidente, un agente con la generosidad y el prestigio, por ejemplo, de Jorge Mendes, que ya trabajó bastante con Laporta en los tiempos del Reus, equipo por el que pasaron toda la clase media de los muchos futbolistas que controla el agente portugués, con el resultado ya conocido.

Mendes, en previsión de que Joan Laporta ganara las elecciones, ya se puso en marcha fichando a Ansu Fati antes de que renovara y posteriormente sufriera una lesión de importancia.

La renovación fue sellada por dos años y dos opcionales, potencialmente bajo la decisión del club. Mendes interpreta, sin embargo, que como Ansu Fati era menor de edad esos dos años no tienen validez. De ahí que tanto Mendes como Laporta especialmente hayan mostrado ya su interés en firmar cuanto antes una espléndida mejora del contrato, empaquetada y confundida con la de Pedri.

No hay otro motivo que el de mover muy bien el contrato de Ansu Fati -con una generosa bonificación para su agente- detrás del gesto de haberle dado el 10 de Messi.

El sentido común, sin embargo, dicta que Ansu Fati necesita probar su rodilla en partidos oficiales, recuperar su tono y su puesto como la primera promesa del ranking azulgrana después de cuatro intervenciones en la rodilla.

Desde luego es una obligación inexcusable para el FC Barcelona defender la salud y el contrato de Ansu Fati como el de cualquier otro futbolista. Un contrato, conviene recordar, que se firmó con Ansu en la cresta de la ola, marcando goles y bajo los parámetros de un futbolista que había acreditado su nivel de primer equipo y mucho más allá.

Es decir, en unas condiciones que, hoy por hoy, no requieren ni justifican una revisión, a menos que haya sobre la mesa una oferta extraordinaria y la ‘amenaza’ de su agente de armar un lío en el vestuario, pues la cláusula de 400 millones no es accesible ni la va a pagar nadie, menos aún por un futbolista con una rodilla que la propia competición debe examinar a partir de ahora cuando su regreso es inminente.

Los titulares periodísticos de su renovación informaron de un considerable aumento de su ficha y de sus variables, que entraron en vigor cuando el año pasado se le asignó dorsal del primer equipo con cuatro años (dos + dos) por delante. ¿Por qué ahora tanta prisa? ¿Por qué de repente urge ampliar, mejorar y privilegiar a un futbolista que firmó en plenas condiciones físicas?

Llama la atención esta expectativa en contraste con el caso de Ilaix Moriba, un futbolista que el Barça habría podido considerar también intransferible por sus condiciones, juventud y posibilidades, y sobre todo con el caso y la situación de Samuel Umtiti. Por la lesión del futbolista francés, del cual se ha llegado a escribir y afirmar que renovó lesionado, Bartomeu ha sido llevado a la hoguera y quemado periodísticamente.

Lo cierto es que antes del Mundial era titular y reconocido como un fichaje muy acertado -no era internacional fijo cuando el Barça lo firmó- al que no le faltaban ofertas ni futuro. También lo es que nadie discutió su ampliación de contrato y que siendo titular con Francia, en el Mundial, sufrió la lesión, no extremadamente grave, aunque sí lo bastante compleja para plantearse, entre los propios médicos, la disyuntiva de intervenir o no la rodilla. La complicación se ha convertido, por las circunstancias, en un arma arrojadiza contra la ‘herencia’ hasta que, de la mano de Piqué, el francés ya no es un “bandido” y un aprovechado sino una víctima médica al que el Barça ha de intentar recuperar como sea.

Ahora han salido artículos en los que ya se sugiere incluso que ha habido errores médicos y casi que el Barça había de pedirle perdón.

Desde luego, si Ilaix Moriba hubiera tenido otro agente más metido en los despachos del club o fuera como Riqui Puig, el protegido del presidente, probablemente seguiría en el club como era su deseo.

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