¿Por qué no empieza la guerra de las “penyes” contra la junta de Laporta?

Antoni Guil, actual presidente de la Confederación Mundial de Peñas del FC Barcelona
Antoni Guil, actual presidente de la Confederación Mundial de Peñas del FC Barcelona

La Confederació Mundial de Penyes se ha guardado definitivamente la carta final, casi inevitable, de la demanda contra el propio FC Barcelona a la espera del siguiente movimiento de la directiva. Las “penyes” recuperaron el pleno funcionamiento y legitimidad el domingo último con la reelección de Antoni Guil como presidente del plenario tras un periodo electoral prolongado, un tiempo de cierto vacío que fue aprovechado por Joan Laporta para echarlos del club y desmontar la estructura de las “penyes”.

A la vista de la situación, la demanda se puso sobre la mesa. El plenario, sin embargo, decidió no dar ese paso, definitivo, de confrontación y de ruptura, el mismo que no ha dudado en hacer la junta directiva. El motivo es que se espera desde la malévola estrategia del departamento social del club una acción todavía más enérgica, la presentación de una nueva estructura, paralela, alternativa y oficialista de servicio a las “penyes” para que las que quieran puedan empezar a utilizarla.

Se trata pues de dividir para vencer, de embaucar a los “penyistes” que prefieran ser de los primeros en cambiar de bando porque ellos tendrán los privilegios que está dispuesta a conceder la junta a quienes traicionen a la Confederació.

La batalla es ahora más sutil, de control de la impaciencia y de aparecer cada bando más como víctima que como verdugo. La junta tiene planes para arrancar un nuevo formato, controlado y dominado desde el club, sin la autonomía ni la independencia que se había ganado la Confederació a lo largo de muchos años de trabajo, esfuerzo y de pulir una compleja estructura democrática con cobertura estatuaria y legitimidad como asociación y como entidad vinculada al club mediante un convenio sin fisuras.

Laporta esperaba que la Confederació, a la que ha expulsado a la brava, dejara de enviar mensajes de paz y de negociación, de estar abierta a renunciar a la subvención del club, a todo con tal de no perder su independencia. Le toca mover ficha al club, a esa junta que ha engañado a las “penyes” y que ahora planea su completa disolución como colectivo. Debe darse prisa, debe ofrecer prebendas y favores, cargos, atribuciones y buscar aliados antes de que, finalmente, la Confederació, sin noticias del club, decida que la única salida es la de denunciar el convenio vigente, casi recién firmado y con el compromiso, firmado por Joan Laporta cuando era candidato, de mantener y respetar la Confederació Mundial de Penyes.

Esto no puede acabar bien. Los garrotazos serán inevitables.

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