Laporta, como en 2003, intenta juegos de manos con sus pérdidas

Quiere depreciar en 180 millones el valor de la plantilla para cargarlo al ejercicio 2020-21. ¿Por qué?

Evolución de las grandes magnitudes del Barça (2Playbook)
Evolución de las grandes magnitudes del Barça (2Playbook)

Si el FC Barcelona no ha presentado aún la auditoría y, complementariamente, la Due Diligence, es porque aún sus ejecutivos y su presidente buscan la manera de ‘colocar’ la depreciación del valor de la plantilla, por 138 millones, de modo que, a partir del 1 de julio de este curso, se pueden traspasar jugadores como Miralem Pjanic o Antoine Griezmann, por ejemplo, dejando beneficios.

Este es un movimiento que Joan Laporta ya intentó en 2003 con funestos resultados, aprovisionando con cargo a la temporada 2002-03 unos 64 millones de euros, de acuerdo con un informe técnico, que rebajaba el valor de mercado de los futbolistas susceptibles de ser regalados a otros clubes, para limpiar del presupuesto de la temporada siguiente los salarios y las amortizaciones.

La jugada era, en apariencia, perfecta. Se cargaba este ajuste en las pérdidas de Joan Gaspart -quien, a su vez, no protestaba siempre que Laporta no le interpusiera una acción de responsabilidad- y así la nueva junta arrancaba, aliviada, con un balance más limpio. La historia se repite, porque Laporta había ganado las elecciones no sólo bajo la promesa de levantar las alfombras sino también con la de revertir la situación económica crítica gracias al círculo virtuoso económico, que consistía en fichar a los mejores jugadores para ganar títulos y continuar invirtiendo en futbolistas de élite, los mejores del mundo. Y así sucesivamente.

Claro que, por Joan Laporta y Ferran Soriano, la cantera era sólo un problema añadido, un gasto más, no prioritario, por lo que durante los años siguientes a su llegada desviaban el presupuesto de la nueva Masía y el remate de obras de la Ciudad Deportiva para gastarlo en fichajes inservibles.

El plan de acción de salida, sin embargo, fue pactar con Joan Gaspart esta vergonzosa simbiosis: «Yo no te denuncio si tú te ‘comes’ mis pérdidas». Y, a continuación, presentarse en la asamblea para pedir la aprobación de los socios de dos reformas no previstas en el programa electoral: el permiso para vender la publicidad de la camiseta y aprobar un aumento medio del 40% de los abonos. Un atraco.

Aun así, la economía pálida y desorientada de Laporta y de Soriano -gurú de las finanzas peligrosísimo- no consiguió remontar la situación y además, como ahora, un juez le vino a recordar que al haber accedido a la presidencia antes del final del ejercicio eran suyas, y no de Joan Gaspart, las pérdidas de 140 millones registradas en el ejercicio 2002-03. Esta misma resolución judicial le corrigió esta depreciación, no por incorrecta sino por anacrónica. Le pareció bien realizarla a cargo del ejercicio 2003-04 porque las decisiones de vender o no jugadores y de depreciarlos o no eran suyas. Como ahora, que todavía no se han realizado.

Laporta quiere repetir la operación convencido de que, de alguna manera u otra, conseguirá que el ejercicio 2020-21 no recaiga bajo su responsabilidad. De nuevo, un intento de falsear la cruda realidad que conocía perfectamente desde el momento en que, participando en el voto de censura, celebró haber hecho fuera del cargo a Josep Maria Bartomeu.

Como resultado de las elecciones del 7 de marzo de 2020, la nueva junta es la única responsable del cierre económico del ejercicio con todas sus consecuencias. Le guste o no a Laporta. Su tentativa de colarle este gol en la Liga de Fútbol Profesional (LFP) pasa ahora por conseguir que este deterioro vaya a cargo de las pérdidas por la covid- las que Laporta asegura que no son tantas como se dice- o como él mismo afirma, porque el aumento de las pérdidas, según sean o no imputables a la covid, incrementan el aval.

En este punto debe tener cuidado para que las pérdidas no vinculadas a la covid -si el propio Laporta es quien las descarta- añadidas a un aval que puede ser, como el ejercicio anterior, de 124 millones, la cuantía ascenderá a niveles inalcanzables. Cabe preguntarse si es lo que quiere y pretende o si, como insinuó en su intervención de ayer, es discutible que la liquidación le corresponda a su junta.

Por supuesto es un contrasentido que pueda formularlas, como de hecho es su obligación, y al mismo tiempo desentenderse de estas. Bueno, sólo es un contrasentido en su cabeza, no en los estatutos, que lo dejan extraordinariamente claro. Es por esta razón que las pérdidas apuntan a 481 millones de euros, porque se carga esta depreciación de un 25% del valor de la plantilla atendiendo criterios también discutibles, pero que la nueva junta quiere habilitar con la más pérfida de las intenciones a corto, medio y largo plazo.

Algunas webs dan por seguro que la LFP aprobará este movimiento mientras que otras fuentes opinan lo contrario, sobre todo porque se produce una vez cerrado el ejercicio 2020-21, es decir, no sólo fuera del calendario sino con la intención de aplicar el resultado de este deterioro con operaciones que aún no se conocen, que son de futuro.

Webs especializadas como 2Playbook, que intentan remar a favor de Laporta y dar cobertura a todas sus falsedades y fuegos artificiales y, por el contrario, enfatizar y agudizar toda aquella información susceptible de empeorar la gestión de Josep Maria Bartomeu, realizaron ayer esfuerzos para justificar este nuevo plan. Esta web aportó como infografía un cuadro de resultados que, curiosamente, se inicia en la temporada 2010-11, la primera de Rosell, bajo el título «Evolución de las grandes magnitudes del Barça».

Se obvian, en cambio, los resultados inalterables de la temporada 2009-10 que son de 80 millones de pérdidas sobre unos ingresos de 398,5 millones y 430,7 millones de deuda neta, balance correspondiente a la última temporada de Joan Laporta. Sin covid o sólo como consecuencia de ser generoso con Mediapro, con sus jugadores favoritos, de comprar marismas protegidos en Viladecans, malvender terrenos de Sant Joan Despí o el sangriento litigio contra Sogecable, dantesco y ruinoso. Cuando se trata de números y de liquidaciones, Laporta siempre lo complica todo hasta que un juez le para los pies.

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