Si algún personaje del entorno barcelonista sobra en cualquier debate serio sobre la marcha de Leo Messi, seguramente es el ex-directivo y ex-precandidato Emili Rousaud. Aun así, hubo medios que publicaron o se hicieron eco de una carta abierta dirigida a los barcelonistas, sin duda gracias a que determinada publicidad de su empresa, Factor Energía, puede obrar el milagro de hacerlo reapareció en el escenario de la prensa.
Indudablemente carece de todo interés, representatividad y reputación lo que Emili Rousaud pueda aportar o pensar después de haber sido pillado ‘in fraganti’ haciendo trampas con las firmas durante el proceso electoral en el que intentó llegar a candidato.
Ya fue una osadía atreverse a intentarlo después de su salida del club, un suceso que la prensa contraria a Bartomeu, debe recordarse, decidió contar a su manera fantasiosa e irreal. No sólo porque no dimitió por el Barçagate, sino porque lo hizo cuando el presidente le comunicó que sería relevado de su cargo de vicepresidente y, por supuesto, despojado también de su breve y fugaz condición de candidato continuista.
Sorprendentemente, Rousaud se atreve, como hizo en la campaña, a fustigar a la junta anterior por la política deportiva de la que fue cómplice y directivo sólo siete meses menos que el presidente Bartomeu, durante casi seis años. El descrédito y la desvergüenza de quien, cobardemente, salta del barco un minuto antes de hundirse, le empuja a afirmar como solución que el club debe darle la baja a jugadores que cobran de más en función de su rendimiento .
