Putos, putas y putis

Un día, en la Facultad, me crucé con una estudiante desesperada. «Me pegaré un puto tiro», mascullaba. Algún examen no le había ido bien. En el mundo juvenil se ha difundido esta expresión como traducción del fuck inglés. Si escucháis una conversación distendida entre jóvenes es muy probable que escuchéis como usan con normalidad las palabras «puto» o «puta» desprovistas de su sentido original; es decir, persona que se gana la vida ofreciendo su cuerpo para la satisfacción sexual de otros.

En el debate sobre si Cataluña debe ser un país independiente o no también se ha normalizado el recurso a la expresión «puta España» por parte de los partidarios más fanáticos de la secesión. Se ha normalizado tanto que el director de TV3 no ve necesario evitar que presentadores y colaboradores de este medio público la griten o utilicen de vez en cuando en sus apariciones en pantalla. Jair Domínguez, que aparece en numerosos programas de TV3 y Catalunya Ràdio, ha creado escuela en el uso del «puta España» y un buen puñado de seguidores suyos en las redes sociales le ríen la gracia y la repiten como loros.

Tan normalizado está que incluso un diputado de la CUP, partido líder en el uso del femenino como género plural común, relativizó la presencia del «puta España» en TV3 diciendo que lo veía menos en la televisión de Vicent Sanchis que en el Parlament en boca de los diputados de Ciudadanos.

Debe haber un montón de abolicionistas de la prostitución que no se reprimen en añadir la palabra «puta» a la España que no les gusta. La líder de los adolescentes que promueve la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, Juliana Canet, combina este exabrupto con la defensa de los colectivos más marginados y maltratados socialmente por la orientación sexual de sus miembros.

En Cataluña tenemos una consejería de Feminismos e Igualdad cuya titular, Tània Verge, se dirigió a un auditorio formado por personas del colectivo LGTBIQ + hablando de «totes, tots y totis». Contrasta esta apertura a terminologías innovadoras en el ámbito del género con la aceptación del término «puta» como insulto o para referirse a algo molesto o que nos cabrea.

Una sociedad abierta y solidaria como la que queremos ser debería respetar a las personas que ejercen la prostitución sexual, debatir sobre si hay que abolir esta práctica y eliminar el uso de la palabra con la que se la conoce como un insulto. Ni putas, ni putos, ni putis, ni hijos de puta, de puto o de puti.

Si los anglófonos no tienen más recursos lingüísticos que el famoso fucking, les podemos ofrecer alternativas. Para que Sanchis, Jair, Juliana y tantos otros se puedan desahogar les propongo que creen el club de fans del «maldita España» o «España de mierda».

Pero dejad a «putas», «putos» y «putis» en paz.

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1 comentario en «Putos, putas y putis»

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