Vacaciones, pobreza y Covid-19

El 26,3% de los catalanes vivían en una situación de riesgo de pobreza el año pasado y 496.000 niños se encontraban en esa situación. Con estos datos del Instituto de Estadística de Cataluña (IDESCAT) ante los ojos, ¿nos podemos ir de vacaciones?

Las vacaciones y yo hemos tenido siempre una relación complicada. No estoy de acuerdo con un sistema de vida que justifica 11 meses de trabajo agotador porque el año tiene 12 y, por tanto, queda uno para hacer eso que llamamos ‘vacaciones’. Todos las necesitamos, me dicen. Y entiendo su razón, o su parte de razón. Más ahora, cuando los hospitales vuelven a estar llenos de enfermos de la Covid-19 y amenazan a los sanitarios con suspender su período anual de descanso para hacer frente a este aumento de pacientes.

Tengo claro que todo el mundo tiene derecho al descanso. ¿Pero hay que organizarlo así?

El mundo y sus injusticias no hacen vacaciones en verano. ¿Los activistas deben detener sus denuncias contra el cambio climático, las dictaduras, la pobreza o el hambre porque están agotados ​​de todo un año de hacerlo?

Los cristianos explican aquello de que Dios creó el mundo en seis días y que el séptimo día descansó. Siempre he pensado que quizá podría haber planificado mejor el trabajo, dedicar más días a la creación y quizás así le habría salido un mundo y una sociedad mejor acabados. O no dejar el trabajo a medias y descansar sólo cuando estuvieran mejor encarrilados.

Lo siento. Me cuesta entender esta concepción de la relación entre trabajo o estudios y vacaciones. La veo como un engaño para despistar al personal. ¡Déjate la piel en la empresa o en los estudios pero piensa que al final podrás hacer vacaciones! Lo veo como la lotería y los juegos de azar. ¡Acepta el mundo tal como es y confía en que un golpe de suerte te llene el bolsillo de dinero!

La huelga de la Canadiense, en 1919, duró un mes y medio y los que la impulsaron lograron que la jornada laboral se redujera a 8 horas. Hay que dar más pasos en esa dirección pero para mí el progreso no es que los trabajadores y los estudiantes tengan más días de vacaciones sino que el trabajo y la educación no los alejen nunca, ni en verano ni en invierno, de la necesidad de evitar que haya niños que pasen hambre aquí en cualquier rincón del mundo.

Cuando lees los datos del IDESCAT se te pasan las ganas de hacer vacaciones.

No nos lo montamos bien.

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