La fundación de la prima de Laporta también lo volverá a hacer

En su primer patronato no realizó, como ya se esperaba, una exhibición de ética y de transparencia

La primera reunión de la Fundación Barça desde el nuevo mandato de Joan Laporta
La primera reunión de la Fundación Barça desde el nuevo mandato de Joan Laporta

Joan Laporta, como se esperaba, ha convertido la Fundación Barça en otro patio interior de su propia casa donde colocar a familiares y amiguitos. De nuevo, como en su anterior mandato, ha situado a la cabeza a su prima, Marta Segú, especializada en la alta dirección de organizaciones humanitarias y del ámbito asistencial, procedente de Probitas.

Para poder eliminar la incompatibilidad con el código ético del FC Barcelona que impedía contratarla, al igual que a su hermana, Maite Laporta, el presidente ordenó reformarlo. Una actuación que en la práctica reproduce y aumenta el nepotismo y el uso y abuso de los recursos del club en favor de los deseos del presidente.

Marta Segú, profesional del sector, dirigió la Fundación del FC Barcelona en su anterior etapa desde una perspectiva singular, podría decirse, priorizando siempre acciones fuera de Cataluña y de España. Creó e impulsó los denominados XICS, las siglas de los cuales se correspondían con Red Internacional de Centros Solidarios y se definían como algo que «no son escuelas de fútbol. En este programa, el fútbol y el deporte no son un objetivo en sí mismo: son una herramienta para favorecer el acceso de los niños y los jóvenes más vulnerables a los servicios de educación y salud».

Cuando la directiva de Sandro Rosell relevó la de Joan Laporta, el informe sobre los XICS puso de relieve que ni en su creación y desarrollo ni ubicación existía una metodología común, ni se intentaba identificar su trabajo con los valores del FC Barcelona. Al contrario, Marta Segú se encargó de borrar cualquier imagen, relación o identificación de los XICS con los colores o la simbología del FC Barcelona. Lo que sí que guardaba una aparente vinculación eran los centros XICS con determinados intereses personales del presidente Joan Laporta o de alguien de su entorno, en lugares como Marruecos o Ecuador.

Tras ser analizados, la conclusión fue que, además, funcionaban en base a alianzas y pactos con entidades sociales locales de dudosa referencia y justificación. La junta de Rosell decidió ponerlos en manos de especialistas como Intervida, una fundación que en ese momento actuaba bajo el paraguas y la garantía de la Generalitat. Intervida luego pasó a denominarse Educo, pero también entendió que los XICS carecían de una utilidad y funcionalidad -además presentar unas estructuras de financiación complejas y muy particulares- y finalmente decidió cerrarlos.

Desde su cargo posterior como directora general en Probitas, impulsada por la farmacéutica Grifols, a Segú no se le ocurrió reproducir este tipo de centros como había hecho en el Barça. No han trascendido en esta primera reunión de la Fundación Barça, ante un patronato que será del todo renovado y moldeado a su gusto, sus planes para esta segunda etapa en la que está previsto seleccionar un nuevo personal y quien sabe si resucitar los XICS.

En cualquier caso, los programas que no requieren una actividad internacional intensa y viajera ni actuaciones lejos de la central en Barcelona no suelen ser del agrado de Marta Segú. La prima de Joan Laporta, según la aplicación del código ético que entró en vigor el pasado 17 de marzo, cuando la nueva junta tomó posesión del club, no habría podido beneficiarse de la influencia ni de la decisión personal del presidente de situarla en el frente de la Fundación Barça. Transparencia y ética son dos conceptos ausentes en la gestión del club actual o, cuando menos, con tendencia a su desaparición.

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