Bartomeu pasa un balance sorprendente con su junta

Concluye que hubo intervención política para echarlos y pone en valor los éxitos de las secciones, insuperables, así como la aprobación de las cuentas 2019-20 y del mandato y la herencia del Espai Barça

Ha trascendido que la ex-junta de Josep Maria Bartomeu se ha reunido antes de las vacaciones para reforzar esa sensación de que, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido desde su dimisión, el poder de ese “entorno” mediático, político, económico y social del club ha cobrado una dimensión extraordinaria y puede pesar excesivamente en la vida de un club como el FC Barcelona. Un hecho grave que, en su opinión, amenaza con condicionar el futuro como ya lo ha hecho en el pasado reciente.

La cita sirvió para realizar un análisis objetivo de los meses transcurridos, desde finales de octubre de 2020, tomando como punto de partida la admisión pública por parte de la propia Secretaría General de l’Esport, por boca de su ex-responsable, Gerard Figueras, de una intervención política clara y definida de determinadas áreas del Govern -Interior y Presidencia sobre todo- a favor de los intereses de los promotores del voto de censura y en contra de la junta de Bartomeu. El ex-secretario admitió que, en efecto, pese a la luz verde y el empeño de las autoridades en que el FC Barcelona podría celebrar el voto de censura el 1 de noviembre de 2020, la normas del Procicat y la situación sanitaria no sólo lo desaconsejaban, sino que lo prohibían expresamente. Una barbaridad.

Lo ratificó también a su manera el David Medí, el “cerebro” de la política convergente en Catalunya, rompiendo su silencio en TV3 días atrás para acusar a los aparatos de los estados y de los gobiernos, incluido el de Catalunya, de un poder excesivo, abusivo y, por decirlo de alguna manera, capaz de actuar fuera o al margen de la ley. 

Bajo ese amparo político, comentaron los ex-directivos, creen que actuaron los Mossos d’Esquadra a primeros de marzo pasado realizando un registro del club y domiciliario sin orden judicial, incluida la noche pasada por Bartomeu en el calabozo para ser presentado ante la juez, como resultado de una actuación sin sentido, pies ni cabeza, para que en la fase última de la campaña electoral sólo se hablase del Barçagate y de Bartomeu.

Allí se interpretaron ampliamente las sospechas y los rumores que han venido situando a Ferran López, segundo de Josep Lluís Trapero en el cuerpo de los Mossos en ese momento, como responsable -fue visto supervisando las actuaciones- de un ejercicio policial desafiante de las garantías y métodos democráticos que deberían ser el sello de la policía catalana. Varios meses después, Ferran López se ha convertido en un muy bien pagado empleado del FC Barcelona por orden y el deseo expreso del presidente Joan Laporta mientras los Mossos no han comunicado todavía a la juez del caso el resultado de un presunto sumario que, pese al secreto requerido, ya se ha filtrado a los medios favoritos de la oposición a Bartomeu. 

Algunas fuentes policiales han llegado a susurrar al entorno de Bartomeu que el propio Josep Lluís Trapero no estaba al corriente de esas intenciones de su hombre de más confianza, Ferran López, hoy ya fuera del cuerpo y felizmente acomodado en el FC Barcelona. La secuencia de los hechos es lo que más ha llamado la atención.

Como consecuencia de esas presiones, Bartomeu y los suyos dejaron el club rodando a finales de octubre, lo que les convierte, para bien y para mal, en los únicos responsables del rendimiento y de los resultados de la temporada 2020-21, excepcional en el balance de las secciones, algunas pluscuamperfectas como las de balonmano y el Femenino. El Triplete -Liga, Copa y Champions- del Femenino de fútbol es un hecho extraordinario que convierte al FC Barcelona en el único club del mundo en ostentar ambos tripletes, dos en el caso del fútbol masculino.  Veinte títulos en total, entre ellos el de la Copa del Rey de fútbol y la decepción de una Liga que, cuando mejor estaba encarrilada, se le fue de las manos al equipo de Koeman. 

Algún día se sabrá qué ocurrió en esas tres o cuatro semanas clave en las que, por alguna razón, la nueva directiva dudó del equipo hasta el punto de haber convocado a Koeman para romperle el contrato. Luego, de la misma forma extraña, el propio Joan Laporta giró en redondo para ratificarlo cuando ya se daba por hecho que Jordi Cruyff o Xavi Hernández iban a ocupar su puesto. 

En conjunto, sin embargo, un balance deportivo sin precedentes en cuanto a las secciones. Además de conquistar todas las Ligas y dos Champions, los equipos de fútbol sala y baloncesto disputaron sus respectivas finales de Champions, otro hecho insuperable hasta el momento. Como balance, se recordó, 22 títulos ‘majors’ de fútbol en diez años desde que Bartomeu y una parte de su junta ganaron las elecciones con Sandro Rosell de presidente.

En el repaso de su mandato, la ex-junta de Josep Maria Bartomeu admitió que la transición del mejor equipo de la historia se complicó cuando se realizaron fichajes más mediáticos o, como en el caso de algunos refuerzos, consensuados o consultados con los pesos pesados del vestuario. También, como le está pasando ahora a la nueva junta, se ha convertido en una gestión muy complicada el enorme peso, influencia y reconocimiento histórico, indiscutible, de un grupo de futbolistas liderado por Leo Messi desde hace 13 años.

Un colectivo que domina el vestuario y el entorno y que no dudó en echarle un pulso a la junta de Bartomeu cuando se puso sobre la mesa la necesidad no sólo de una rebaja exprés del 12% de la masa salarial del deporte profesional, sino de un planteamiento de pandemia a medio y largo plazo en el que no quisieron entrar en ningún momento.

El ex-presidente recordó que, ante la situación que se daba, las medidas a emprender pasaban por una rebaja de salarios, no por una política de diferirlos, y cerrar la operación Barça Corporate para minorar las pérdidas de la 2020-21 en casi 200 millones de ingresos. Por supuesto, también, evitar, renovando a Messi a la baja antes del 30 de junio, la situación que ahora se ha dado en la que las enormes pérdidas, por la caída de casi 400 millones de ingresos, han producido ese desajuste entre ingresos y gastos que la Liga de Fútbol Profesional no puede admitir.

En conjunto, se marcharon también con la satisfacción, doble, de haber conocido el rechazo legal de las alegaciones de la CUP y de algunos vecinos de Les Corts, circunstancias que dejan inmaculada la herencia del Espai Barça tal y como fue concebido, incluido un segundo plan de financiación.

También, cómo no, por la aprobación de la asamblea de las cuentas correctamente auditadas del ejercicio 2019-20 con la aprobación del informe de la comisión económica y la petición expresa del presidente Joan Laporta ante la asamblea puntualizando que, de acuerdo con los auditores, la liquidación y la auditoria reflejaban fielmente la situación económica y financiera de FC Barcelona a 30 de junio de 2020.

Lo que quiere decir que, como recibió satisfactoriamente la junta reunida en el restaurante La Venta, el mandato se cerró con 200 millones de superávit pese a las pérdidas por la covid registradas de marzo a junio de 2020. 

En cuanto a las críticas y la sentencia mediática sufridas por los ex-directivos, Bartomeu les hizo un discurso pidiendo paciencia y un esfuerzo por trabajar para que la justicia, a su ritmo, y los hechos acaben por dejar en su sitio exacto un balance que no se pudo concluir por la presión política de la Generalitat y las prisas por echar al presidente y a su junta como fuera. Ese fue el mensaje, dejando entrever que habrá sorpresas en la investigación del Barçagate que rebajarán y cambiarán la imagen actual de los hechos.

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