«El diario ‘El Diluvio’ fue barcelonés, republicano y federal»

Entrevista a Gil Toll

Gil Toll

Periodista. Doctor y profesor de historia del periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona. Secretario de la Casa de la Prensa.Trabaja en los servicios informativos de TV3. Publicó Heraldo de Madrid: Tinta catalana para la República española. Ahora sale a la luz El Diluvio (Icaria).


En la literatura bíblica, el diluvio parece tener connotaciones catastróficas ¿Tiene algo de esto el diario El Diluvio?

No creo que fuera así, exactamente. Cuando le pusieron El Diluvio fue por una circunstancia muy concreta. Desde el comienzo, en 1858, se denominaba El Telégrafo, pero por su actitud crítica hacia las autoridades, que le crearon múltiples problemas con la Justicia (multas, suspensión de la publicación…), se vio obligado a cambiar de nombre. Cuando fueron a registrarlo querían ponerle La Cocina, que era el nombre el fiscal de imprenta de la época. Y alguien dijo que si se hacía aquello se iba a armar el diluvio. Y con El Diluvio se quedó. Algo muy propio de la época, donde imperaba un jocoso sentido del humor. Algunos otros periódicos o revistas de la época tuvieron nombres, digamos “meteorológicos”, como El Vendaval, también de tendencia republicana. Parece que no era raro poner ese tipo de nombres a publicaciones que aspiraban a darle la vuelta a la tortilla. 

¿Fue una época en la que proliferaron los periódicos liberales, las revistas satíricas, las publicaciones críticas con el orden dominante?

Durante muchos años, estas publicaciones fueron muy potentes. Pero El Diluvio no fue una revista satírica. Entre 1904 y 1911, se editó El Diluvio Ilustrado, de periodicidad semanal, que sí respondía más a aquel formato. El diario, era un periódico de información general, con una línea editorial favorable a la República y al federalismo. 

¿Quién o quiénes se aventuraron a editar “El Diluvio”?

Gente del republicanismo federalista, de Barcelona, relacionados con Pitarra, el autor teatral; Anselmo Clavé… El fundador del diario fue Manuel de Lasarte, que también fue su primer director. Luego, desde principios del siglo XX, la propiedad del periódico pasó a su hijo. En el periódico escribían personas de tendencias diversas, incluidos anarquistas como Juan Montseny, que firmaba con el seudónimo de Federico Urales y escribía cartas contra el Proceso de Montjuic, en el que fueron juzgados los autores del atentado de la procesión del Corpus, en junio de 1896. También tuvo colaboradores catalanistas. Valentí Almirall fue redactor del periódico durante unos años. El Diluvio fue un punto de encuentro entre diferentes sensibilidades, que cuestionaban el poder de la Monarquía absoluta, el conservadurismo y el catolicismo, desde el republicanismo al catalanismo y el anarquismo. 

¿Tuvo El Diluvio parientes próximos en otras ciudades españolas?

En todas las ciudades españolas se editaban periódicos similares a El Diluvio. Se pueden citar El Mercantil valenciano, El Liberal, de Bilbao, El Heraldo, de Madrid… Periódicos progresistas, que fueron cerrados tras la Guerra Civil. No solo físicamente, sino que su memoria fue borrada. Por eso sabemos tan poco de ese momento de la prensa española. También en Europa hubo un movimiento de prensa crítica, avanzada, empezando por el propio The Guardian. También Le Monde procede de esa cultura. 

Cabeceras no muy queridas, en general, por las autoridades y los poderes dominantes…

Desde luego, pero no tanto por su extremismo o radicalidad. Eran periódicos moderados, que planteaban cosas muy razonables, que hoy en día son aceptadas por todo el mundo. Tenían mala fama porque en la I República defendieron la Ley del matrimonio o del entierro civil, que era ni más ni menos que tener derecho a casarse en un juzgado, o a ser enterrado por lo civil. Algo que hoy nadie discute, y que a todo el mundo le parece normalísimo, que forma parte del acervo constitucional y entonces parecía revolucionario, porque no existía una separación entre la Iglesia y el Estado. 

¿Cómo se producía y distribuía, cómo se leía, como funcionaba El Diluvio?

Se vendía por suscripción, pero también en la calle y se leía muchísimo en lugares de encuentro social. Especialmente durante la República, El Diluvio se vendió como rosquillas, porque la gente lo identificó con el nuevo Régimen. Creyeron que El Diluvio representaba una nueva etapa política, a diferencia de La Vanguardia y otros periódicos conservadores, a los que costó muchísimo reconocer la República. Hablaban con eufemismos, de “situación de hecho”, de “Gobierno de facto”. El Diluvio, por el contrario, defendía ese nuevo estatus. La propiedad del periódico se vio tan respaldada que se animó a comprar una nueva rotativa en Alemania. Los ingresos procedían de la venta de ejemplares y la publicidad que, en algunos momentos, ocupaba la mitad del espacio impreso. El público lector era de clase trabajadora y pequeña burguesía comercial o artesana. Cosa que se sabe con bastante precisión, porque se publicaban listas de personas que contribuían con dinero a su mantenimiento. Había entonces mucho analfabetismo, y por eso era muy usual que el diario se leyera en voz alta en tabernas, ateneos, barberías, sociedades… Con ello las noticias alcanzaban una gran difusión.

¿A qué puede achacarse, más allá de la represión franquista, el que no volvieran a reeditarse periódicos como El Diluvio?

El modelo de diario popular se ha intentado reproducir muchas veces, incluso durante el franquismo. Por ejemplo, Tele Exprés, y luego Cataluña Exprés. Y con el que realmente cuajó el modelo fue con El Periódico de Cataluña, un diario similar a los que se editaban en Francia, Alemania… También en Internet hay intentos similares. A falta de un control independiente de las tiradas, como el que actualmente ejerce la OJD, los datos de tiradas no eran entonces muy fiables.

El Diluvio daba cancha al mundo académico, los intelectuales, la cultura…?

Se le daba mucha importancia a la opinión. Con el nombre de “Crónica diaria”, el Director escribía todos los días un artículo, que durante mucho tiempo se publicaba en el centro de la portada. También firmaban grandes periodistas de la época, como Antonio Zozaya, o Roberto Castrovido, políticos y, a veces, especialistas en temas científicos, culturales…

Sin embargo, la Iglesia católica, debía, obviamente, encontrarse de manera explícita al otro lado de la trinchera de El Diluvio

Sí, pero sin exagerar.  A El Diluvio siempre se le colocó la etiqueta de anticlerical y, efectivamente, era un periódico que combatió a la Iglesia. En ocasiones, de manera muy dura, porque el periódico llegó a estar dirigido por un ex-sacerdote. Era muy beligerante en cuestiones como las relaciones Iglesia-Estado, las subvenciones… Pero, durante la II República, por ejemplo, la Iglesia no era una cuestión central. Dedicaba mucho más espacio a la política española, catalana y municipal. Le interesaba más lo próximo, lo que sucedía en la ciudad. Los días de Semana Santa era entonces laborables, y El Diluvio llamaba la atención a todos aquellos que no cumplían con la legalidad, y los celebraban como festivos. También solía contrapuntear algunos sermones, pero de forma esporádica. Y hacía campañas contra la subida del precio del pan.

¿Y su relación con los nacionalistas?

Es interesante su relación con la Esquerra Republicana de la época, que surge a partir de diversas sensibilidades. Una catalanista; nacionalista, digamos, y otra republicanista y federalista, cuya máxima figura es Companys. De hecho, dieron apoyo a la formación republicana, que se formó antes de las elecciones municipales del 31, hasta el punto de recomendar el voto. Y siempre midieron en clave republicana y federal todas las actuaciones de ERC. No solo contribuyó al triunfo electoral de Esquerra, sinó a promover la candidatura de Companys al liderazgop de ERC, a la muerte de Francesc Macíá.

¿En unos períodos tan convulsos como los que vivió, no sufrió El Diluvio atentados, agresiones…?

El único incidente armado significativo que vivió El Diluvio fue durante la Guerra, cuando se produjo un intento de la gente del POUM de apoderarse del periódico. De hecho, salió un número con sus lemas, informando de la ocupación…, pero al día siguiente las aguas volvieron a su cauce. Cosa que tiene mérito si se tiene en cuenta que estuvo publicándose durante 81 años. El Diluvio, en fin, fue el más independiente, popular y longevo de la variopinta familia de la prensa republicana.

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