Vuelve el cooperativismo al taxi de Barcelona

El pasado 20 de mayo, los taxistas de Barcelona se tuvieron que volver a movilizar contra la pasividad de las administraciones local y autonómica catalanas a la hora de hacer cumplir la normativa a las flotas de las VTC (vehículos de transporte con conductor).

Lejos quedan los tiempos en que se partía de la idea que un taxista era quien trabajaba con su taxi y se ganaba la vida como autónomo en dicha profesión. Eran tiempos en los que, por ejemplo, se fundó la Cooperativa del Taxi de Barcelona, allá por 1942, que fue modelo de éxito durante más de 50 años.

La Cooperativa llegó a tener talleres en la calle Espronceda, en el Poble Nou, con hasta 40 empleados, así como una sede en la calle Berlín 4bis con otros tantos trabajadores. En dicha sede, la planta baja se destinó a recambios y se ocuparon tres plantas destinadas a gestoría, seguros y la Mutua Nacional del Taxi. También tuvo otro local en la calle Aragón, donde se vendían productos para el hogar, para paliar las penúrias de la época, que más tarde se transformaría en tienda de recambios del automóvil. Sin duda, Cooperativa del Taxi de Barcelona era un referente en el sector del taxi con socios también de fuera de Barcelona (Igualada, Martorell, etc.).

La Cooperativa tuvo una caída importante en 1998 que la situó cerca de la desaparición. Muchos taxistas confundieron la ola de liberalidad paralela a los Juegos Olímpicos con la no necesidad de trabajar en común. Pronto se vio quienes ocupaban el papel de la Cooperativa: los sindicatos vinculados a una emisora y las empresas privadas.

En menos de dos décadas las multinacionales que pretenden controlar la movilidad de pasajeros a nivel mundial llegan con fuerza a Barcelona. Las VTC ya existían en Barcelona y en todas partes dedicándose a servicios especiales, normalmente de alto standing, y coexistían con el taxi. El problema surge cuando usando esa vía sí se pretende competir, cuando no desplazar totalmente al taxi, que tiene un sentido y una regulación propia.

De ahí que la Marcha Lenta que hicieron los taxistas de Barcelona el pasado 20 de mayo se justificara en: No inspecciones a VTC, No cumplimiento con las pegatinas de control, incumplimiento de los descansos obligatorios por parte de las VTC, incumplimiento de los tiempos requeridos a partir de la precontratación, incumplimiento de la inspección del ITV,  estacionamiento de VTC en lugares no autorizados y compitiendo directamente con el taxi y, en definitiva, incumplimiento del Reglamento metropolitano de la AMB (Area Metropolitana de Barcelona).

¿Cómo es posible que los compromisos de hace solo dos años, que tuvieron un peso importante en el mantenimiento de la alcaldía por Ada Colau, sean hoy agua de borrajas?

Quizás el problema de fondo es que las VTC solo son el siguiente eslabón de algo que ya estaba ocurriendo. El derrumbe de la Cooperativa del Taxi fue pareja al crecimiento de ciertas empresas privadas dirigidas por taxistas o personas del entorno del taxi que se subieron a la ola de las políticas neoliberales, tan de moda desde los años 90. Estas políticas neoliberales provocaron desigualdades entre los taxistas a nivel económico y fue la semilla  para la  entrada de estas multinacionales disruptivas, cuyo único objetivo es tener el máximo rendimiento, para lo cual no tienen escrúpulos en explotar a los trabajadores, incumplir las normativas de cada país y llevarse los beneficios a un paraíso económico.

Sin dudas, con la Cooperativa del Taxi de Barcelona los taxistas eran mucho más libres e iguales ante el gran capital.

Empresas como Uber y Cabify son, en el fondo, la universalización del conductor mal pagado que trajeron aquellas empresas privadas. Los sueldos de los conductores de Uber y Cabify no alcanzaban los 1000€. Es algo muy negativo para los trabajadores, en general, y para los taxistas que llevan su propio taxi, en particular.

Para reconducir en lo posible la situación, más de un centenar de taxistas han decidido organizarse en una Cooperativa para cohesionar el sector, luchar por su puesto de trabajo, defender el servicio público del taxi y el derecho a la movilidad de los ciudadanos a un precio asequible, que está amenazado por estas multinacionales.

Aprovechando que la antigua Cooperativa del Taxi de 1942 todavía existe, contactaron con su Consejo Rector y se dispusieron a levantar nuevamente la Cooperativa de Taxi de Barcelona. En poco más de un año han transformado la antigua Cooperativa en una empresa moderna, con un amplio Consejo Rector nuevo, una actualización de los estatutos, unos seguros para socios y no socios a buen precio y una app, Enjoy TeleTaxi, con la última tecnología sin ánimo de lucro. Todas las app privadas tienen un coste medio de unos 150 euros mensuales, los socios de la Cooperativa tienen la suya a un coste de 7 euros mensuales. Es un ejemplo tangible que trabajar en común exige un esfuerzo, pero el resultado es cuantificable y plenamente beneficioso.

Queda mucho camino por recorrer, pero seguiremos trabajando para conseguir que el cooperativismo vuelva a ser una realidad. Y es que trabajar en conjunto hoy día ya no es una opción para quienes vivimos de trabajar: es una necesidad.

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