¡Menos acorazados y más portaviones!

Hubo un tiempo que para ganar la guerra en el mar era necesario disponer de acorazados, cada vez más grandes y más poderosos, con artillería de calibre más potente y coraza más gruesa. Incluso el Almirantazgo británico  era de la opinión que para dominar el mar, debía tener más acorazados que el segundo y tercer país sumados. Pero  los estrategas navales se dieron cuenta que eran más eficaces los portaaviones que los acorazados y el resultado de todo ello es que hoy en día las grandes fuerzas navales están basadas en portaaviones; hace mucho años que ya no se construye ningún acorazado nuevo y casi todos han sido desguazados como trastos inútiles.

A qué viene esta historia tan guerrera por parte de un hombre de paz? Ahora os lo explico.

Hemos estado (y todavía estamos) en guerra contra un virus, una verdadera guerra que ha producido muchos muertos (en EE. UU., la pandemia ha provocado tres veces más de muertes que la Segunda Guerra Mundial, casi 600.000 por COVID en frente a los 174.000 de la guerra). Ante estas cifras aterradoras, quienes pensáis que han sido más eficaces para acabar con el virus, los políticos o los científicos? Han ayudado más a vencer la pandemia personajes como Trump o Bolsonaro (por no citar casos más próximos) o los científicos que han conseguido vacunas eficaces en un tiempo récord?. Han contribuido más a acabar con la pandemia los “expertos” que continuamente anuncian desgracias (pienso en la pandilla del sábado por la noche a La Secta de Roures) o los científicos callados que ha descubierto la manera de inmunizarnos ante el virus (mediante un artefacto que en realidad no es una vacuna, en términos estrictos).

Personalmente, tengo la respuesta muy clara: si nos salimos de esta será mucho más por la ciencia que por la política. Entonces, si nos hace falta más ciencia, por qué malgastamos en política? Si en la guerra marítima los portaaviones son mucho más eficaces, porque nos seguimos emperrando a construir inútiles acorazados que no servirán por nada (o por muy poco) cuando las cosas se compliquen?

Daré unas cifras que me han costado un poco de encontrar. España invierte en ciencia (en todo tipo de ciencia, no solo la biomedicina) menos de 10.000 millones de euros en el año; todo el sistema político, tiene un coste aproximado de unos 25.000 millones de euros anuales. Si los recursos económicos fueran ilimitados, se podría incrementar significativamente la inversión en ciencia sin tocar todo el entramado político. Pero si no es el caso, pido (exijo) como contribuyente, que dejen de construir obsoletos acorazados y se centren a que cada vez más nuestros portaaviones sean mejores. Porque si hay una próxima guerra vírica (que seguro habrá) estoy convencido que mi supervivencia dependerá, una vez más, de si se dispone de una buena ciencia y de un buen sistema sanitario público.

Dejar de construir acorazados para mí significa reducir el gasto en política y aumentarlo en investigación. No es demagogia. Ya sé que los políticos son absolutamente imprescindibles en un sistema democrático, pero os pondré algunos ejemplos: ¿Hace falta que en España haya más de 8.000 municipios, cada uno con estructura política y administrativa? ¿No habría que replantear el Senado y quizás reducir el número de señorías (en EE. UU. tienen bastante con 100)? Y todos los parlamentos autonómicos, ¿no harían la misma función con menos diputados? ¿Y las Diputaciones, que ni siquiera existen en todo España (Madrid no tiene Diputación)? ¿Son necesarios los Consejos Comarcales en su estructura actual? Por no hablar del desmadre de asesores, que son sobre todo una estructura compensatoria, del mercado de futuros o de amortizados.

Ya sé que hay que ser muy valiente para emprender una reforma en profundidad del sistema político. Pero este es un país de valientes: hemos hecho leyes de memoria histórica, de muerte digna, e incluso de autodeterminación sexual; y ahora se concederán unos indultos en un contexto poco favorable, ni por parte de la derecha ni por los mismos beneficiados. ¿No tendremos valor para reducir el gasto político o como mínimo, mirar de optimizar todo el sistema a ver si es posible ahorrar algo? . No quiero ni suponer que sea por culpa de aquel dicho que afirma  “que con las cosas del comer, no se juega”. Debe existir alguna otra razón de más peso, para postergar  siempre esta tarea, la de reformar una estructura política cada vez más compleja, pesada y costosa.

Insisto: para la próxima guerra, quiero más portaaviones; quiero más ciencia!

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