No es un padre

Dudaba si escribir del caso que nos ha golpeado esta semana, la aparición del cuerpo asesinado de la pequeña Olivia hizo que se nos fueran a todas el alma a los pies. Sin saber porque nos habíamos aferrado a la esperanza que nos había contagiado Beatriz, la madre de las pequeñas. Nos habían puesto vídeos de las niñas jugando con el que finalmente fue su asesino. Todas pensamos no puede ser, un chico guapo, de casa adinerada, deportista, aparentemente un triunfador. Ahora que ya sabemos el desenlace empieza a salir la verdad del personaje. Un monstruo maltratador que no superó que su mujer lo dejara, un monstruo que dijo a sus amigos que si la custodia de sus hijas no se la daban a él tomaría decisiones, un monstruo que agredió a la nueva pareja de su exmujer un día que coincidieron en la calle, una pareja de la que dijo “no permitiría que un viejo (tenía 60 años) criara a sus hijas”. Y he recalcado la palabra monstruo porque no era un enfermo, como en algunos medios, que intentan buscar un porque, señalan. Ese individuo, porque me niego a nombrarlo, no era un enfermo mental, era un monstruo o ¿acaso la maldad es una enfermedad?.

El término violencia vicaria lo acuñó la psicóloga clínica Sonia Vaccaro hace casi una década. Analizando un tipo de violencia que solía producirse con más intensidad tras la separación. El concepto vicario hace referencia a la sustitución de un individuo por otro en el ejercicio de una función. Cuando se aplica a la violencia, representa realizar una agresión sobre una persona en sustitución de otra, la cual es el principal objetivo.

Es decir el principal objetivo es hacer daño a Beatriz y para ello, este ser repugnante, deshumanizó a sus propias hijas, y las pasó a la categoría de objetos, objetos de dolor, con el único objetivo de destrozar para siempre y en vida a Beatriz, para causarle un dolor extremo. El presunto padre, que usa a esas niñas, como instrumento para hacer daño, sabe que el dolor que va a causar a la madre es mucho mayor que si la dañara a ella directamente. Es un dolor que a ella le va a hacer sentir culpa, por no haber protegido a sus hijas, un dolor extremo porque durará toda la vida.

Si os fijáis he escrito presunto padre, no porque dude de la paternidad física del individuo, sino porque, siempre he defendido que ser padre va más allá de un espermatozoide. ¿Acaso un padre adoptivo es menos padre que uno biológico? ¿Acaso un donante de esperma es padre de los posibles montones de niños que hayan nacido de su donación?. Estas y muchas más preguntas que podrían salir de este estilo me llevan sin remedio a la pregunta más relevante, ¿puede un maltratador ser padre? y lo más importante ¿puede una sociedad justa permitir en un caso demostrado de maltrato que el maltratador siga siendo padre? Yo creo que no. Un maltratador no debería poder ejercer sus derechos de padre, porque por encima de todo, tal como establece la Ley está el derecho y la protección del menor. Ese individuo no es un padre, es un maltratador asesino y por eso no me extraña que la familia quiera quitarle su apellido a las niñas.

Yo, Olivia y Anna, no creo que seáis sirenitas y estéis siempre juntas, solo espero que no fuerais conscientes de lo que os iba a pasar y que la persona cuya misión principal en la vida, era supuestamente, protegeros acabo siendo  vuestro verdugo.

Beatriz no se ni que decirte…

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