«Una patria es una vivencia personal de un paisaje»

Entrevista a Ramon Fontserè

Ramon Fontserè
Actor y anima de los Joglars, apasionado por su oficio. Entre sus obras figuran en Los virtuosos de Fontainebleau y Bye, bye Beethoven. Ha escrito el ensayo en forma de diario, Tres pies al gato. Diario de un autor (Edicions 62, 2001; Muchnick Editores, 2002). Ha recibido importantes premios teatrales, entre ellos el Premio Nacional de Teatro del año 2000.

¿Qué tiene el Señor Ruiseñor (Santiago Rusiñol) para convertirse en el título y el referente de tu obra?

Por toda su vida, su espíritu, yo creo que sería un tipo con el que me gustaría hablar, tomarme algo con él, ser de su círculo. Y, sobre todo, porque era un hombre muy artista, muy dotado, al que todo le resultaba fácil. También tenía una visión sarcástica, escéptica. Esta gente gusta porque son los que tocan con los pies en el suelo, que no se engañan, porque tienen una visión muy auténtica, muy real, de su paso por esta vida. Pero, al mismo, tiempo, son capaces de montárselo bien, de gozar de la vida sexual, la belleza, el arte, los pequeños placeres… pasear. Lo de coger un carro y pasearse por Cataluña, parándose a pintar, cazar, bailar, ir por los pueblos… como hacía Rusiñol es muy divertido. Esa vida libre… Tuvo la suerte de ser hijo de la burguesía y poder permitírselo. Podría habérselo montado de otra manera, pero lo hizo de esa manera fantástica. Tenía también y yo coincido con él, esa necesidad de apartarse del mundo. Tenía tramos de melancolía y necesitaba apartarse, solo, consigo mismo. Luego volvía al contacto social, con los amigos, las tertulias…. Era brillante, ingenioso, divertido… Se consideraba un peregrino, un viajero del mundo. Le gustaba mucho El coro de los peregrinos de Tannhäuser. Y murió al pie del cañón; en Aranjuez, pintando hasta el último momento. Esa pasión por el arte, por la pintura, me gusta también mucho… Personas apasionadas que disfrutan con lo que hacen.

¿Es Rusiñol muy de su época o trasciende de ella por sus especiales características?

Él nace en 1861, el momento más importante de la expansión económica de la burguesía, en una Barcelona convulsa, pero en gran expansión. Sus padres mueren jóvenes y su abuelo, liberal, le tenía destinado a ser el heredero del negocio textil. Empieza a dibujar a escondidas y cuando el abuelo muere, escoge el arte. Estaba destinado a ser un burgués, en esa época dorada. Lo mismo que Ramón Casas, también hijo de la burguesía. Unos “balas perdidas” para sus familias, porque no se dedican a los negocios de sus padres, sino que, con su tozudez (esto también me gusta mucho) empiezan haciendo frente, como la gente del teatro, a su propio entorno familiar. Rusiñol murió en 1931, cuando se acababa de instaurar la II República española. Pero a él la política no le interesaba. “Como hablar de política habiendo un cielo tan azul”, decía. Iba a la tertulia de los monárquicos, pasaba por delante de la de los republicanos, y se sumaba a ella. Lo que importaba era ir a dormir tarde, hablar… Era la vida del bohemio, de perro sin collar, pero con un gran sentido común. Era un hombre muy sensato, seguramente porque tenía sentido del humor. Eso que describe tan bien Ferran Toutain, con exponentes como El Quijote, Rabelais…

¿Puede considerarse, en tal sentido, a Rusiñol como un personaje del romanticismo?

Puede tener algo de eso, pero era alguien más bien escéptico. La sonrisa de Rusiñol es siempre un poco amarga. Creo que debió ser poco partidario de romanticismos. Era muy consciente de las contingencias de la vida. En su época de bohemio conoció la miseria, aunque tenía dinero. Se había imbuido de la vida dura en París de los artistas. El frío, el hambre, tener que compartir casi todo. Luego pintó Mallorca, el Sol, pero conoció otras realidades.

¿Hay una vena catalana, que da personajes como Rusiñol?

Rusiñol era muy amigo de Zuloaga, que era un enamorado de El Greco. Cuando Rusiñol compró las Lágrimas de San Pedro y Magdalena penitente, los dos cuadros de El Greco, se excitó tanto que lo celebró rompiendo jarrones, y si alguien no reconocía que eran excelentes era capaz de liarse a hostias. En ese mismo espacio han coincidido Pla y Dalí, uno arriba y otro abajo, en el Ampurdán. Son gente muy lúcida, sensata y valiente porque son capaces de pasar por esta vida haciendo lo que les gusta y de manera confortable. Son geniales. Pero también son productos muy de la tierra. Gente que aún puedes encontrar, sobre todo en el mundo rural. Esa cosa socarrona. En Cataluña, sobre todo en la época de Rusiñol y también en la de Pla, había unos humoristas fantásticos, ingeniosos. El mundo de las tertulias, de los ateneos, produjo personajes muy interesantes y divertidos.

La antítesis de esto donde hay que buscarla, en el campanario, el carlismo, Montserrat…

Esa cosa catalana cerril. Ellos rompieron con muchas cosas, fueron fuente de muchos escándalos. Había una beatería dominante, pero era quizás más identificable. Ahora, con las redes sociales, cuesta saber por dónde van los tiros. Cuando llegan los grecos a Sitges, con Zuloaga, hacen unas fiestas que ríete tú de las galas de Eurovisión y de los botellones. Es algo extraordinario. Con la Guardia Municipal a caballo. Los van a buscar a la estación. Los escoltan. Una bailarina de la época, con velos. Aquello engarza con Amadeu Vives, Morera, Falla, Granados, Parda Bazán, Guimerá… Había un personal muy potente. Es una época brillante de artistas.

¿Más allá de la política, que círculos o personas frecuentaba Rusiñol?

Esa cosa tolerante, abierta, hizo que Rusiñol fuera muy amigo de Unamuno. Una especie de antítesis. Rusiñol donde iba triunfaba. Era muy simpático y guapo, como Dalí. Rusiñol se relaciona con Albéniz, con Clarasó, Utrillo, Satie… Se relacionaba en Europa. Con la I Guerra Mundial quedó destrozado porque amaba mucho Francia…  Aunque también era muy flemático. Visitó el frente de Italia, y a la advertencia de que tuviera cuidado con las balas, respondió que, “tranquilos, ya que como vamos vestidos de paisano no nos va a pasar nada”. Tiene un libro, Máximas y malos pensamientos, que es un resumen de su vida.

¿Rusiñol, ahora? ¿Olvidado, mal visto, marginado como otros que no encajan en el canon dominante?

Si, bastante. Pero ahí estamos nosotros para intentar hacerle los honores. Rusiñol no es solo desconocido en Cataluña, que también, sino en el resto de España. Hay exposiciones de Rusiñol, pero se conoce más, por ejemplo, a Sorolla o Ramón Casas. Es común oír a gente que le suena Rusiñol como pintor, pero en ningún caso como autor de obras de teatro, por ejemplo. Pero, claro, si no estás en el Mainstream… Pla habrá sido seguramente el mejor prosista en lengua catalana, pero no es santo de la devoción para algunos. Y así nos va. Jordi Pujol y el pujolismo tienen mucho que ver con todo esto. Soy del “Régimen del 78”, como así ahora lo llaman. Cuando Tarradellas llegó a Barcelona, (Entonces, a los catalanes, en vez de llamarnos “jordis” o “polacos”, nos llamaban “tarradellas”) dijo “ciudadanos de Cataluña”, no “catalanes de Cataluña”, porque ya entendía la realidad plural de Cataluña. Luego vino el Pujolismo y hasta aquí hemos llegado. Así, la gente que no es santo de la devoción de las subvenciones marcadas por el nacionalismo. Los aunque solo sea porque se consideran críticos, o que tienen puntos de vista diferentes, aunque sean muy interesantes, no cuentan.

¿La identidad, unívoca, lineal, construida…, tan a la mode en la Cataluña de nuestros días, es parte importante del patriotismo entendido como el “último refugio de un canalla”, en frase de Samuel Johnson?

Todos los pueblos, todas las naciones son compuestas. El último que creó la pureza y que fundó una doctrina y un partido político fue Hitler. Y es lógico que sean compuestas. Es así y siempre ha sido así. Dentro de unas leyes, de unas normas. No hay ninguna que sea de una sola pieza. Para mí, una patria es una vivencia personal de un paisaje. Me gusta donde vivo. Ver el paisaje es muy importante. Me levanto y puedo ver una belleza que la disfruto. Con eso tengo suficiente como ciudadano, que me considero con las características cívicas de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Hay algo muy importante en lo próximo, pero también en lo lejano, en lo universal…

Esto decía Dalí cuando afirmaba que lo ultra-local era lo más universal. Algo que, en cualquier caso, lo decía en París o Nueva York. Más o menos, todos hacemos lo mismo. En mi caso, teatro. Algo que me gusta mucho, porque es una cosa que nace y muere cada día. Es como el fuego. Esa cosa ritual, que se recrea cada día. Algo que no tienen el cine y la televisión, que también tienen mérito, y su trabajo. El ambiente que se crea en el escenario no es siempre el mismo. Hay días que son magníficos.

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