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«Los Verdes tienen que hacer valer la fraternidad, la empatía y la compasión»

Profesor de Historia Contemporánea y Mundo Actual, en la Universidad de Barcelona. Militante comunista de larga trayectoria, fue alcalde de Montblanc, en los años 90. Entre otros libros, ha escrito La veu del PSUC. Josep Solé Barberà, advocat.

 

Circulan informaciones que apuntan a la posibilidad de que los Verdes puedan gobernar en Alemania ¿Responden a alguna hipótesis realista?

Con las encuestas actuales, no solo es posible sino probable. En algunos “lander” ya están gobernando, incluso desde la Presidencia. Ya se está discutiendo, no solo que puedan estar en el Gobierno, sino que podrían llegar a presidir la Cancillería. Así, podríamos pasar de una presidenta conservadora a otra Verde. El partido semáforo dentro la coalición de Gobierno, hasta ahora liberal o socialdemócrata, podrían ser los Verdes ¿Por qué esto? Porque sí, hace diez o doce años, la respuesta a la crisis fue la austeridad y el aumento de las desigualdades sociales, en estos momentos Alemania y la propia Merkel han reconocido el error. Estamos intentando salir de la pandemia con políticas keynesianas (intervención del Estado y proyecto verde, de transición energética), con lo cual se está poniendo la alfombra al programa Verde.

¿Hay que interpretar buena parte del éxito de Los Verdes en clave aglutinadora, más allá del parámetro clásico izquierda-derecha?

Hay que recordar que los Verdes alemanes, como buena parte de la población de Alemania, son centristas. En broma, de manera no peyorativa, se dice que los del sur somos sandías (verdes por fuera y rojos por dentro) y ellos melones; también verdes por fuera, pero blancos por dentro. Los Verdes están sumando votos procedentes de la democracia cristiana y de los socialistas. Asimismo, cuenta mucho el factor generacional. Los candidatos socialdemócratas y conservadores son gente mayor. Annalena Baerbock, líder de los Verdes tiene 40 años, y mucha energía. De esta manera, podríamos tener en septiembre un gobierno con presencia de los Verdes, incluso con una canciller Verde.

¿Esta transversalidad es una tendencia que parece querer abrirse paso también en otros ámbitos, como el federalismo?

Los Verdes nacen en plena Guerra Fría, en una República Federal Alemana, donde los comunistas son ilegales. Es una situación de bloqueo, de la cual es un buen ejemplo la “Große Koalition” entre unos partidos alejados de nuevos problemas y preocupaciones, como la cuestión nuclear, el pacifismo y los temas medioambientales y feministas. De ahí surgen Petra Kelly, y su pareja, el ex-general Gert Bastian. Entonces, se citaba a los Verdes y muchos pensábamos en el huerto de casa. No era eso. Nosotros, los del PSUC, a finales de los 70, en Cataluña, empezamos a involucrarnos en el tema antinuclear, y descubrimos que compartíamos muchas cosas con ellos. Los Verdes alemanes fueron evolucionando, gobernando e incorporando a gente mucho más transversal, que se sitúa en la centralidad política y, en consecuencia, abierta a alianzas.

Francia, nuclearizada y que ostentaba la originalidad de contar con un partido de cazadores, tradicional y euroescéptico, está protagonizando un cambio espectacular en el movimiento Verde…

No hay que confundir lo que se llama el Partido Verde con otros movimientos o partidos del establishment, como los cazadores, mucho más conservacionistas y de pasado. El Partido Verde, más allá de su sensibilidad por el tema medioambiental, no es una formación anti-progreso y defensor a ultranza, por ejemplo, del paisaje. El Partido Verde francés es un partido europeo, lo cual quiere decir que opera junto a partidos de otros países, de modo similar a como lo hacía Internacional comunista. Lo cual es relevante porque esto se refleja en las votaciones del Parlamento europeo, donde el grupo más cohesionado es el de los Verdes. Se siguen haciendo elecciones en el Parlamento europeo en clave nacional, y luego se ve que los parlamentarios votan lo que quieren. Lo que para muchos de nuestra generación era la lucha contra el capitalismo, para los Verdes el elemento nuclear es el cambio climático. Esta es la prioridad, pero entendemos que puede haber mucha gente situada en otros ejes ideológicos, derecha-izquierda, por ejemplo, con la cual se puede pactar. Es aquí donde los Verdes se sitúan en esa centralidad, que no centro, de la política. Cosa que se reflejó en el magnífico resultado de las últimas elecciones municipales y regionales francesas. Antes, en el área de París, con Cohn-Bendi a la cabeza, los Verdes ya tenían un 16%.

¿Y aquí, en España, porque la sensibilidad medioambiental no se traduce en expresiones políticas más vigorosas?

El origen de los grupos ecologistas que se han presentado a las elecciones en los últimos 30 años o están vinculados al conservacionismo o a movimientos muy concretos como, por ejemplo, los antinucleares. El único partido que compartía un cierto perfil con los Verdes europeos era Iniciativa per Catalunya-Verds, que tuvo representación en instituciones, alcaldías, diputados… Una organización que viene de un cierto comunismo y con una presencia importante en el mundo sindical que, desde finales de los 90, políticamente apuesta por el Partido Verde Europeo, que contribuyó a crear. En el resto de España, se ha intentado con Uralde y Podemos, e Inés Sabanés, con Errejón, hacer lo que están haciendo. Los que ahora se llaman Verdes Equo ya no vienen de una tradición conservacionista. Sabanés procede de Izquierda Unida. Ahora, todo el mundo se va a apuntar a esto. Hoy la política está en las coordenadas europeas. Algo que puede triunfar en Alemania no puede estar fuera de foco en España.

¿Está contribuyendo el Covid, de algún modo, a tomar conciencia e involucrarse en las causas medioambientales? 

Hay muchas lecturas, pero la pandemia ha dicho que esto es algo universal, y tenemos que cooperar. Esta es la palabra de orden. Y la UE, que hace diez años agarró por el cuello a Tsipras, parece que ha empezado a entenderlo y se ha decidido gastar. Además, hay que tener en cuenta que los fondos europeos van a ir en buena medida al cambio climático, como vector decisivo de la reconversión económica y del modelo productivo. Es decir, se va a priorizar el gasto, no en grandes infraestructuras, como se hizo en los años dorados de la Unión, sino en otras cosas. En el programa de gestión de fondos europeos que España ha enviado a Bruselas se dice que habrá una disminución del 23% en la emisión de gases invernadero. Los alemanes han establecido un 50%, y en el Parlamento europeo la propia representación alemana dice que es poco. Hace unos años, nadie pensaba en ponerse unas placas solares en los techos de las casas o en las azoteas comunitarias, y ahora se ha disparado la demanda.

El movimiento “Fridays For Future”, de Greta Thunberg, fue una sacudida ¿Dónde se encuentra en el actual momento?

Yendo a las consecuencias, más que al origen y la persona, las huelgas de los viernes, protagonizadas por los estudiantes de secundaria, recordaban los movimientos del 68 y similares. La consecuencia principal de la acción de Thunberg es que los adolescentes se están socializando y politizando con la cuestión del cambio climático. Esto es lo importante. Esta gente es la que votará pronto y que va a convencer a sus abuelos y a sus padres.

El cambio climático resume, digamos, los problemas medioambientales que, en cualquier caso, se extienden a otras muchas cuestiones…

El cambio climático no solo hace referencia la cuestión energética, sino al modelo productivo y de consumo. Todo va ligado, aunque hay que estar atentos para que nadie se quede atrás y pague las consecuencias de las reconversiones productivas que va a haber. En el ámbito del consumo, tenemos, por ejemplo, que explicar que no podemos seguir consumiendo las mismas proporciones de carne. Más allá de los veganos, es algo básico. La ganadería consume el 70% del agua en el Planeta. Y no podemos contemplar terceros países como nuestros basureros.

¿Estamos, de algún modo, los humanos empezando a abandonar la “prehistoria”, entendida como pulsión depredadora, para entrar en una fase histórica más previsible, ordenada, racional… de los recursos?

Hace un siglo, éramos 1.900 millones de habitantes en la Tierra y ahora somos 7.000, con una movilidad espectacular. El mundo es como es y no tenemos “Planeta B”. Queramos o no, las cosas van a tener que cambiar, si no queremos que el mundo se haga invivible. Los Verdes, en fin, tienen que hacer valer la fraternidad, la empatía y, digamos, la compasión. Hay que ser optimistas, tenemos un mañana diferente y mejor para todos, pero lo vamos a hacer con valores.

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