La lista de empleados, ejecutivos, técnicos, auxiliares y personal vario del FC Barcelona que ha de pasar por la mesa de finiquitos de Joan Laporta en las próximas semanas es todavía muy larga, extensa, porque la consigna es realizar una limpieza absoluta e íntegra de todo el personal procedente de las épocas acumuladas de Sandro Rosell y de Josep Maria Bartomeu, indistintamente.
La salida se hará, eso sí, de forma pautada siguiendo un cierto orden preferente de vinculación a la administración de Sandro Rosell, que es contra va dirigida la operación de “limpieza” ordenada por Joan Laporta. Esa prioridad tiene que ver con que, en su momento, fue Sandro Rosell en 2010 quien se deshizo de dos altos cargos de la estructura dejada por Joan Laporta, además de Joan Oliver, que se autoliquidó a lo grande el último día del mandato de Joan Laporta dejando a cero las cuentas bancarias del club, con todas las nóminas y fichas por pagar, más o menos como repetiría después, también coralmente, con el propio Laporta, Sala Martín y Rafa Yuste en el Reus Deportiu, club desaparecido.
Sin embargo, más allá de esa lógica y habitual sustitución y relevo de la cúpula directiva, el entonces director general del club, también recién llegado, Antoni Rossich, no fue más allá de los dos cargos de confianza, permitiendo que una gran parte de la clase media y alta de empleados incorporados al club durante el mandato de Joan Laporta continuaran en su puesto dentro de la estructura.
No se pasó la guillotina como se está haciendo ahora con los supervivientes de la época de Rosell, muchos de los cuales ya fueron descartados y liquidados por el propio Josep Maria Bartomeu a partir de 2015 tras ser elegido presidente.
Curioso que quien acusaba a todo el barcelonismo relacionado con la etapa 2010-2020 de actuar con rencor y ánimo de venganza pero que respetó a la mayoría de los trabajadores heredados sea ahora quien verdaderamente se está ensañando con los trabajadores.
Un ejemplo es que la actual responsable del área social, Anna Aznar, incorporada por Joan Laporta no sólo haya seguido trabajando y estando bien considerada esta década por sus teóricos ‘enemigos’ sino que lo haya hecho como segunda de a bordo de la Oficina de Atención Barcelonista (OAB) bajo la dirección de Pere Jansà, que ha sido fulminado.
