Messi y el Barça entran en un laberinto

Su salida esta temporada cuesta 120 millones y la renovación será todavía más cara si está condicionada a un contrato de futuro

Messi y Laporta
Messi y Laporta

Leo Messi puede decidir como le parezca donde quiere jugar las dos últimas temporadas, que según su propio cálculo entran dentro del margen razonable de su capacidad para ser competitivo en un club de primera línea. Decida lo que decida, el Barça se enfrenta a unos costes superlativos que se sitúan, en el mejor de los casos, en 120 millones a pagar antes del próximo 30 de junio. En el Barça es, sin duda, donde él prefiere continuar. Igual que su familia, antes del último paso, el de la despedida, que han acordado hacer en la MLS de los Estados Unidos, cuando llegue el momento. Leo se encuentra en la tesitura de elegir entre el PSG y el Barça, clubes que se adaptan perfectamente a su propósito de preparar su último Mundial en 2022 y, al mismo tiempo, luchar por la Champions League.

Es el Barça, Joan Laporta más concretamente, quién tiene que enfrentarse al problema, igual de complicado y gigantesco, de retenerlo o dejarlo marchar, incluso sabiendo que Messi está dispuesto a rebajarse el salario hasta la mitad. Una reducción relativa porque la propuesta de renovación difiere una enorme cantidad de dinero que Messi cobraría, una vez colgadas las botas, primero en calidad de embajador y después probablemente como uno de los directores técnicos del Barça en el futuro, o las dos cosas. Esta opción seria solo una patada hacia delante, repartiendo la carga salarial de la renuncia en un futuro relativamente próximo, cuando ya no pueda marcar goles en el campo.

Igualmente, Messi le costaría al Barça al menos 70 millones anuales los ejercicios 2021-220 y 2022-23, ante el otro escenario, que implica cobrar ahora los 60 millones de premio de final de contrato estipulados en la última negociación con Josep Maria Bartomeu. De este modo, si Messi no sigue más allá del 30 de junio próximo, tiene que recibir la parte de la ficha pendiente, unos 60 millones, más este plus de 60 millones.

Por lo tanto, decirle hoy adiós a Leo le cuesta al Barça 120 millones, que no es menos del que cobraría a lo largo del tiempo si renuncia ahora a esta liquidación a cambio de un vitalicio de dimensiones también extraordinarias. El padre de Leo se frota las manos esperando que Joan Laporta decida en qué formato quiere dejar el Barça en quiebra. Y tiene que decidirse muy pronto.

Un verano de caza mayor y festival de portadas
El juego sobre el futuro de Messi está dando para mucho. La posibilidad que el PSG acabe convenciendo el goleador argentino está sobre la mesa desde el verano pasado, mucho más que la de recalar en el Manchester City, desde donde se lanzó un ataque directo contra Bartomeu para agudizar la crisis del momento. Unir en una misma delantera a Neymar, Mbapeé y Messi solo está efectivamente al alcance de la capacidad económica del club de París, patrocinado y propiedad de un miembro de la familia real catarí. Como que Leo llegaría libre, la generosidad del PSG podría superar todos los récords.

Al mismo tiempo, tanto Neymar como Mbapeé se encuentran en negociaciones abiertas con su club para ampliar sus respectivos contratos, que expiran, los dos, la próxima temporada, cosa que abre un escenario en el cual realmente puede pasar de todo, puesto que, por su parte, Real Madrid, Liverpool y el mismo Barça acechan Mbapeé y el mismo Neymar. Lo que viene puede ser un verano de locura en un escenario de caza mayor en que las piezas vayan desfilando por las portadas de los diarios en una combinación libre, en todas direcciones y muy condicionadas, inicialmente, a la resolución en un sentido o en otro de la decisión de Leo Messi sobre su futuro. Venden días del todo enloquecidos.

Todo es ‘culpa’ de Bartomeu: el burofax y fichar Koeman
Por el ninguno de Leo Messi han pasado numerosos pensamientos, muy contradictorios, a lo largo de los últimos meses, desde que el agosto pasado decidió enviar un burofax anunciando unilateralmente que marchaba del Barça un año antes del previsto. Es lo que Leo sentía en aquel momento, un despecho personal más que profesional a consecuencia de su conflicto con el presidente Josep Maria Bartomeu.

Curioso el caso del jugador con la ficha más alta del mundo y una cláusula gratis de salida que podía haber utilizado apenas un mes antes para fichar libre con el club que quisiera, incluyendo lo Real Madrid. Y más sorprendente el desenlace. Contra la opinión del mismo Laporta y del barcelonismo generalizado, Bartomeu le exigió el pago de la cláusula o ir a los tribunales, un desafío que Messi no se atrevió a afrontar. Se quedó y hoy el mismo Messi, Laporta y el barcelonismo celebran, sin admitirlo, que el anterior presidente lo pusiera a su lugar por la fuerza, apelando en el contrato y a los intereses del FC Barcelona.

Messi ha llegado a decir después de que fichar Koeman había sido un acierto, otra de las decisiones igualmente consensuadas por la masa social que, sin embargo, el nuevo presidente no se ha atrevido a celebrar en voz alta ni siquiera después de ganar el título de Copa del Rey que celebró como un alocado. La guerra que Messi libró contra Bartomeu la ganó finalmente el jugador, si se tiene que juzgar solo por las consecuencias del voto de censura.

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