La presidenta del Parlament, Laura Borràs, es ahora el liderazgo más potente que tiene Junts per Catalunya (JxCat), más allá de su omnipresente Carles Puigdemont. O eso parecía hasta ahora. Pero dentro del mismo partido comienzan a aparecer voces críticas que cuestionan su capacidad para hacer crecer el proyecto, para cohesionar internamente a la formación y para escoger a la gente que puede ocupar los puestos de responsabilidad institucional.
Y es que, aunque no lo parezca, su trayectoria desde que dejó el Departamento de Cultura ha sido errática en casi todos los sentidos. Fue ella quien recomendó el nombre de la defenestrada consejera de Cultura Mariàngela Villalonga para sustituirla en el cargo. Y cuando no funcionó, propuso también a la actual titular de la cartera, Àngels Ponsa, que tampoco ha terminado de encajar en el departamento y provoca numerosas críticas entre los adeptos de JxCat. Además, se ha presentado tres veces a las elecciones -dos como cabeza de lista al Congreso y una como candidata a la presidencia de la Generalitat- y no sólo no ha ganado ninguno de los comicios, sino que ha quedado por detrás de ERC.
El último episodio llega desde el Parlament. Fue ella quien pidió que Jaume Alonso-Cuevillas le acompañara en la presidencia como secretario de la Mesa, y el fiasco ha sido de proporciones bíblicas.
