Los polos opuestos no siempre se atraen

La atracción magnética tiene, entre otras leyes, dos de muy claras: los polos de igual signo se repelen y los de diferente se atraen. En la búsqueda de la ‘media naranja’ perfecta, la teoría del magnetismo ha querido extrapolarse a la psicología. Durante un tiempo, se abona la idea de que, en las personas como en los imanes, los polos opuestos se atraían, que la gente buscaba en el otro, actitudes diferentes de las suyas. Con el tiempo y estudios, la teoría se ha ido desmontando. Uno de los trabajos más concluyentes, el de la Universidad de California, resuelve que las características que una persona valora en sí misma son las que busca en la pareja.

Después del 14-F, en estos días de encuentros para formar gobierno, Cataluña me ha hecho pensar en el magnetismo y el estudio californiano. Los tres partidos independentistas del arco parlamentario catalán, Esquerra, Junts y la CUP, obtuvieron mayoría y, a pesar de la victoria del PSC de Salvador Illa, lo más seguro es que manden los primeros. Así, como ERC ganó la partida ‘indepe’, el candidato republicano Pere Aragonès será el presidente. La candidata de Junts, Laura Borràs, ya ha sido debidamente compensada con la presidencia del Parlamento. De las negociaciones se desprende que ERC y Junts volverán a mandar bajo la atenta mirada de la CUP, que vuelve a tener la llave de la gobernación.

En matemáticas, la propiedad conmutativa dice que el orden de factores no altera el producto. Así, si las negociaciones llegan a buen puerto, pronto tendremos un gobierno de coalición con los mismos factores que el anterior, conmutados, sin alterar el producto. Es decir, el mismo gobierno al revés. Un gobierno peleado, que el expresidente Quim Torra dio por agotado hace un año. Un matrimonio de conveniencia que basó su éxito en una independencia que, como dijo Fernández Campo en otro contexto, ni está ni se la espera.

Volviendo a la atracción magnética, si algo queda claro en política, es que Esquerra y Junts son polos opuestos. Por otra parte, en los últimos años ha quedado también muy claro que, lejos de los imanes, estos no se atraen, se repelen, y mucho. Entonces, ¿a qué viene volver a intentarlo? Nada hace pensar que hayan aprendido alguna lección, por pequeña que ésta sea, ni siquiera que hayan hecho la autocrítica suficiente, que el cargo obliga, o debería obligar. Así, con los mismos factores invertidos, estamos condenados a repetir el desastre ya vivido. Todo ello hace temer lo peor, lluvia de cuchillos hasta que las espaldas políticas aguanten. Y elecciones anticipadas. Y, desengañémonos, este país eternamente dividido en dos mitades, vive un empacho electoral y algún día, cansado, decidirá no votar o hacerlo en blanco, como en la ciudad ficticia del Ensayo sobre la lucidez del maestro José Saramago, que insisto en recomendar.

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