La caída en picado de Ciudadanos el 14-F empieza a pasar factura. La formación parece no asumir que ahora tiene sólo seis diputados en el Parlament y que ha perdido 30. Sigue reclamando la misma atención mediática, se queja porque ya no tiene el mismo trato que cuando era el grupo más grande y se sorprende de que algunos no cuenten con ellos para negociaciones y conversaciones. Pero donde sí lo han asumido, y mucho, es en el terreno económico.
Además de cambiar de sede y de dejar el carísimo edificio de la calle Balmes, el partido ha echado a gran parte de la gente que trabajaba para ellos. Ha resultado especialmente dañado su departamento de comunicación, que ha sufrido una auténtica escabechina.
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