El independentismo envejece

Los nuevos electores dan menos apoyo a la secesión y asumen una identidad más plural que el conjunto de la población catalana

Las elecciones del 14 de febrero y los últimos datos sobre convicciones identitarias recogidas por el Centro de Estudios de Opinión (CEO) demuestran que es incorrecta la percepción de que la independencia de Cataluña llegará más temprano o más tarde porque los jóvenes que se van incorporando al censo electoral son más partidarios de ella que sus padres y sus abuelos. El politólogo Oriol Bartomeus y el periodista de La Vanguardia Carles Castro coinciden en la tesis de que el independentismo ha atraído en los últimos tiempos más gente mayor que jóvenes al estudiar los resultados de las elecciones al Parlament y las encuestas del CEO. Algunos analistas independentistas llegaron a afirmar, tiempo atrás, que la independencia caería como una fruta madura cuando muera la gente mayor procedente de la inmigración española que vive en Cataluña, que es muy mayoritariamente contraria a la ruptura con España. La realidad actual, sin embargo, les desmiente: El independentismo ha envejecido.

Carles Castro, en su artículo ¿Cataluña, dónde vas? analiza la evolución del apoyo al independentismo entre los años 2011 y 2021, a partir de los datos del CEO. Y concluye que «hasta 2017, los nuevos electores (jóvenes de entre 18 y 24 años) lideraban el apoyo a la independencia en las encuestas. Y expresaban también porcentajes más altos de identidad sólo catalana. Pero esta deriva se rompe a partir de 2019. Los nuevos grupos que ingresan en el censo exhiben menores tasas de apoyo a la secesión y una identidad más plural que el resto de la población. La combinación de algún grado de catalanidad y españolidad llega entre los jóvenes al 77%, diez puntos más que en 2015». En  el año 2013, un 56,3% de los jóvenes entre 18 y 24 años apoyaban una Cataluña independiente. Ahora esta cifra ha descendido casi veinte puntos, hasta el 39,1%. El apoyo de los jóvenes a la independencia ha sido superado por el que le dan los adultos de 50 a 64 años (un 41%) y las personas de más de 64 años (un 44,8%).

El politólogo Oriol Bartomeus, autor del libro El terremoto silencioso, donde analiza los efectos del relevo generacional en la transformación del comportamiento electoral en Cataluña, escribió, el 11 de marzo, en su blog: «Desde sus inicios, el procés independentista se cree protagonizado por las generaciones más jóvenes. De ahí también la afirmación que se ha hecho de que la independencia llegará sí o sí porque va a caballo del relevo generacional. Pero esto último no es totalmente cierto, ya que el movimiento independentista no tiene una raíz generacional, sino de origen familiar y lengua. La divisoria del país no se establece entre viejos y jóvenes sino en la cicatriz clásica entre catalanes con orígenes foráneos y catalanes con orígenes nostrats, que tiene una derivada evidente en la lengua materna de unos y otros (por cierto, mucho más compleja de lo que nos haría pensar el maniqueísmo tuitero)».

En Twitter, precisamente, es donde se nota más la presencia de independentistas de edad avanzada defendiendo las tesis más intransigentes. No hay datos que lo corroboren pero el gran número de faltas de ortografía catalana en los tuits más hiperventilados hace pensar que los escriben personas que no han pasado por la escuela en los últimos cuarenta años. Los jóvenes saben escribir catalán. Los independentistas y los que no lo son.

Bartomeus afirma que se ha producido una radicalización de los mayores, que se consideran ahora más de izquierdas y más independentistas que años atrás. Esta radicalización, según el politólogo, «contrasta vivamente con un desplazamiento mucho más moderado por parte de la generación más joven (nacidos después de 1975) de los nacidos en Cataluña de padres que también han nacido aquí, que hace diez años eran los que se situaban a la izquierda de todos los electores con ascendientes catalanes y ahora se han visto atrapados por sus abuelos radicalizados». Y termina concluyendo que «la auténtica force de frappe que mantiene la llama del procés no son tanto los jóvenes que incendian contenedores, como los viejos que lo aprueban».

La hipótesis de Carles Castro es que «el mayor apoyo a la secesión se concentraría hoy en las franjas de edad intermedia o, incluso, superiores a los 60 años». Y prevé que la velocidad de expansión del independentismo se reducirá «hasta propiciar una cierta contracción de la masa crítica de apoyo a la secesión». El tiempo y la muerte de los más mayores no juega necesariamente ya a favor de los partidarios de la independencia de Cataluña.

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