Los Mossos forzaron el Barçagate para intentar influir en el resultado de las elecciones del domingo

La prensa en general, entregada y cómplice de Joan Laporta, ha llegado a anteponer el caso a la victoria sobre el Sevilla

GRAFCAT8919. BARCELONA, 01/03/2021.- Agentes del Área Central de Delitos Económicos de los Mossos d'Esquadralas donde están realizando un registro en las oficinas del Fútbol Club Barcelona en el marco de su investigación por el caso "BarçaGate", en el que se investiga si una empresa contratada por el club azulgrana llevó a cabo una campaña de desprestigio en las redes sociales de jugadores y entidades contrarias a la directiva del expresidente Josep Maria Bartomeu. EFE/Quique Garcia

Desde la operación Barçagate, impulsada premeditadamente desde las fuerzas soberanistas que sostienen y ayudan a Joan Laporta en su carrera de regreso a la presidencia del FC Barcelona, el sustento mediático necesario también ha sido clave, público, evidente y significativo de hasta qué punto determinados medios y la prensa en general, dominante en el entorno del Barça, participa por acción y por omisión en este gran espectáculo periodístico organizado.

El levantamiento del secreto de sumario y las declaraciones de los investigados, pero sobre todo las detenciones absolutamente innecesarias, podrían haberse realizado en cualquier momento de los últimos tres meses e incluso, como había prometido la jueza a las partes, el próximo 11 de marzo, para no interferir en el proceso electoral. Sin embargo, en una agitada y convulsa reacción de Mossos d’Esquadra no sólo se produjo casualmente en el último lunes de la campaña, sino que los atestados policiales se repartieron por las redacciones de toda la prensa, en algunos casos por duplicado.

El testimonio de un mosso, que llegó a decirle a Bartomeu que tenía órdenes de “muy arriba” para practicar una detención tan surrealista y instrumentalizada es una muestra inequívoca del montaje y de la ‘performance’, eso con independencia de que las pruebas y la investigación conduzcan finalmente a demostrar que ha habido infracciones, irregularidades y responsabilidades que cabe depurar.

Iniciado el circo, incluido un tuit de Mossos d’Esquadra informando de sus actuaciones para sonorizarlas convenientemente, la prensa colaboracionista se ha centrado de forma estructurada y obediente en administrar y priorizar la difusión de los hechos de los atestados muy por encima incluso de otros que, en ningún caso, hubieran sido secundarios en circunstancias normales. 

Por poner sólo un ejemplo, la clasificación del Barça para la final de la Copa del Rey fue considerada en RAC1 una noticia de segundo orden comparada con una parte del Barçagate según la cual una de las facturas troceadas de los pagos a I3Ventures habría pasado por la Fundación del Barça. Información relevante, ciertamente, pero desde luego sospechosa de haber sido promovida a noticia de apertura desde el exclusivo criterio de seguir alimentando este incendio provocado y estratégico.

Esa misma semana, por ejemplo, Joan Laporta ha sido portada en EL TRIANGLE por un informe sobre el estado de sus sociedades, quince en total en las que figura como administrador, apoderado o socio. De estas, hasta nueve han sido canceladas por el Registro Mercantil por no haber presentado las cuentas, incluido el propio despacho de abogado al que teóricamente dedica su ocupación profesional.

La misma prensa entregada a la causa laportista en mayor o menor medida, pero que sobre todo teme las consecuencias de la tiranía de Laporta si consigue alcanzar de nuevo la presidencia del FC Barcelona, no se ha ocupado, ni una línea, en hacerse eco de una información que tanto tiene que ver con la actualidad electoral.

Tener constancia de que un futuro presidente del FC Barcelona no es capaz de mantener sus propias sociedades por dejadez, negligencia y especialmente por su escasa credibilidad y solvencia como abogado y empresario no deja de ser un aspecto destacado y muy a tener en cuenta por los socios. Ni una palabra.

Lo mismo ocurrió en su día con la publicación del enorme dossier de espionajes encargados por el FC Barcelona a Método 3 y hallados en el registro de esta agencia de detectives. Hasta tres millones de euros del club fueron destinados a espiar a socios, entre ellos Sandro Rosell, jugadores, amantes de directivos, los propios directivos, jueces, políticos y malas compañías, periodistas y empresarios con el único fin, mayoritariamente, de los propios intereses financieros y políticos de Joan Laporta. Un caso con un final tan destacado como que dos de los investigados, Joan Oliver y Xavier Martorell, director general del FC Barcelona y jefe de Seguridad del club cuando se ordenaron los espionajes propusieron cerrarlo con la devolución de una importante cantidad de dinero, conscientes que el proceso judicial acabaría en escándalo.

Tampoco la prensa recogió o quiso profundizar en la información ofrecida sólo por un medio del ámbito barcelonista. Comparado con el Barçagate, la dimensión económica fue incluso mayor teniendo en cuenta que en la refacturación interna de los trabajos de Método 3 se distraía un 40%, según un informe de la UDEF.

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