El tándem Gerard Esteva & Rafael Niubò intenta apoderarse del deporte catalán con el retorno de ERC

Las grandes federaciones catalanas, como la de fútbol, recelan de la forma en que se han repartido las subvenciones para combatir la crisis de la pandemia

Gerard Esteva

Sectores del deporte catalán recelan del cambio que llega a sus estructuras de gobierno desde que se sabe que este feudo del poder exconvergente recaerá en manos de ERC. Un giro que, como en los tiempos del tripartito, recuperará las posiciones de privilegio, de control y de negocio del polémico Rafael Niubò y su entorno.

Se especula que Rafael Niubó sigue y seguirá retirado de la política activa si no fuera porque su actividad empresarial, vinculada a los grandes negocios de la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña (UFEC), especialmente la división de centros deportivos regentados desde la Unión Barcelonesa de Asociaciones Deportivas (UBAE), se sitúa en este universo singularmente peligroso y bajo el controvertido paraguas de Gerard Esteva, presidente de la UFEC, personaje que nada y pesca en la política para su propio beneficio y el del cóctel de empresas paradeportivas a su alrededor.

La UFEC y Gerard Esteva, junto con Rafael Niubó, han actuado todos estos años, desde la muerte de David Moner, como un gran ente parasitario de la Secretaría General del Deporte y de la Actividad Física, de la que esta entidad recibe subvenciones, algunas de discutibles, intentando competir, cuando poder, galones y visibilidad, con la misma administración deportiva del gobierno catalán. Se trata de una de estas instituciones especializadas en la agitación y en la habilidad de morder permanentemente la mano que le da de comer. Un lobby que, sin embargo, ahora se enfrenta a un problema de desorden interno por el reparto de las subvenciones recibidas desde el gobierno catalán, teóricamente destinadas a paliar los efectos de la crisis de la pandemia en las federaciones.

La UFEC se creó para la promoción y el cooperativismo entre las federaciones catalanas. Respetables intenciones que, en manos de David Moner primero y de Gerard Esteva después, han promovido áreas de negocio que proporcionan servicios a estas federaciones y sus afiliados, pero que no aportan a cambio beneficios derivados de esta actividad, reservados a la propiedad y a la gestión de empresas satélites.

Esta situación calculadamente disimulada ha sido puesta ahora al descubierto, cuando ha trascendido que el grueso de las ayudas para la covid-19, a través de la UFEC, se ha canalizado a favor de centros deportivos de la UBAE, básicamente gimnasios. La reacción de las federaciones de mayor calibre, lideradas por la Federación de Fútbol, ​​no se ha hecho esperar en forma de críticas y de un creciente malestar en contra de Gerard Esteva y de un organismo como la UFEC que él domina y controla sin que los afiliados, al menos hasta ahora, hayan podido ni siquiera ser consultados en este tipo de decisiones.

La UFEC no está, gracias a esta posición estratégica que sólo la vincula a los poderes públicos para recibir subvenciones, sometida a justificaciones excesivamente exigentes. Otra cosa es que las federaciones perciban que la UFEC no juega siempre limpio. La mayoría, en estos tiempos de crisis, ha sentido que Gerard Esteva les ha dejado tiradas.

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