«El procés es una religión porque en él la razón no tiene cabida»

Entrevista a Albert Soler

Periodista de “un diario de provincias (Diari de Girona); lo que me gusta a mí”. Ahí escribe sus columnas de opinión, de la misma manera como se toma la vida: riéndose de todo lo que se le pone por delante. Ha publicado dos libros, con recopilaciones de sus artículos, y acaba de editarse “Barretinas y estrellas” (Península).

 

¿Por qué encabrona tanto el procés, incluso entre sus usuarios?

Entre sus usuarios es normal. Sufrir un “gatillazo” encabrona siempre. Les habían dicho que tenían alguien de bandera a tiro… y la cosa no funciona. Entre los no-usuarios me sorprende el encabrone. Y si ocurre así es porque se toman la cosa demasiado en serio, y ellos se valen de eso. No se justifica el encabronamiento ante payasos, que están aquí para hacernos reír. Me maravilla que haya periodistas que hagan análisis serios de todo esto. A veces, yo lo intento, pero no hay manera. ¿Cómo voy a escribir en serio de lo que dice y hace esa gente?

¿Echando la vista atrás (y alrededor) no parece que los nacionalismos sean especialmente proclives a reírse de sí mismos, sino todo lo contrario?

Por supuesto. Y como sé que les jode mucho más la sátira y la ironía, que la crítica seria, pues por eso las hago. Porque soy muy cabrón. 

Como en las religiones, esto de la seriedad roza a veces con lo sagrado. ¿Hay en el nacionalismo cosas sagradas, intocables, innombrables?

Me gusta que me lo preguntes porque precisamente en la columna de hoy hablo de esto. Comparo el procés a la religión. Incluso me sirvo de ello para decir como hace poco Cuixart (que no es Dios, pero sí un apóstol de Dios), ha pedido el sacrificio de un hijo, como cuenta el Antiguo Testamento, cuando Dios le pidió a Abraham que condenara a Isaac, no a la cárcel, pero sí a muerte. El “Procés” es una religión porque en él la razón no tiene cabida. Es todo cuestión de fe. Te dicen que vamos a hacer la “Dinamarca del Sur”, sin ninguna cosa razonable a la que agarrarse. Hay que creérselo o no. Como creer en el Dios éste, que vive en Waterloo, etc. etc. Todo es cuestión de fe y, por supuesto, como a todas las religiones, al “Procés” no le hace ni gota de gracia que se rían de él. Alega que estamos reprimidos, que hay gente en la cárcel… O sea, hay que estar siempre serios, llorando, se flagelan unos a otros… para creer más todavía.

Sin embargo, viendo TV3 se puede creer que hay un humor, digamos, en clave nacionalista, casi siempre desbordado… ¿Existe el humor procesista?

De entrada, debo decir que eres muy generoso llamando humor a esas cosas. Porque si ves el programa “Tot es mou” y similares, donde intentan hacerse los graciosos, da vergüenza ajena. No veo sentido del humor. “Polonia” tiene algunos gags que son buenos, aunque es verdad que se meten mucho más con el constitucionalismo. Eso sería un oasis, pero el resto no lo calificaría de humor. La única que podría resultar una excepción es la Rahola que, curiosamente, hace humor sin quererlo.

En cualquier caso, lo mismo que hay expresiones cómicas “procesistas”, en TV3 también hay deporte, comedias, espacios infantiles, información metereológica…, propios del procés

Hay que darle un tinte propio a todo. Te invitan a un debate en Televisión Española y tienes que simular que no hablas castellano, que te traduzcan y sin que siquiera te oigan. Son cosas muy raras. Pero está claro que TV3, lo sabe todo el mundo y ellos los primeros, no es una televisión pública, sino un altavoz de amplificación del “lacismo”, que es mejor que llamarlo procesisme. Quien tiene en sus manos un arma tan importante es capaz de convencer a dos millones de personas de lo que sea. 

Siguiendo con las religiones, si la cosa no es absoluta, total, completa…, no parece funcionar. Por ejemplo, si a los diez mandamientos, se le quitan tres, se joroban. ¿También ocurre esto con el nacionalismo?

Supongo que sí. Que todo tiene que estar perfectamente encajado, como en una bóveda, con el agravante de que, encima, es virtual. Algo parecido a lo que se ha hecho en Sant Climent de Taüll, donde las pinturas no son reales. Es muy curioso que se haya montado todo este pollo por algo que no existe más que en su cabeza. Por eso te decía que me sorprende que haya gente que se lo toma en serio algo irreal. 

Dice Jay Van Bavel, un psicólogo de la Universidad de Nueva York, que las burlas de los no creyentes hacen que sea más difícil para los adeptos admitir que estaban equivocados. ¿Vale también esto para nuestros “lacistas”?

Admitir que se ha estado equivocado y que los que se han burlado de ti tienen toda la razón del mundo, no debe ser fácil. ¿A ver si también yo voy a tener la culpa de que estos no echen el freno? Igual la culpa de todo es mía por burlarme de ellos ¡Me van a hacer replantearme todo lo que escribo! Igual el vivales, si fuera por él, regresaría aquí diciendo “me he equivocado”, pero ¡Hostia!, está ese idiota de Gerona metiéndose conmigo y riéndose de mí, con lo cual no soy capaz de volver, reconociendo mis errores. 

Con estos estados de ánimo, tampoco es descartable que la cosa desbarre. ¿Has sufrido ataques en tu propia carne?

Cuando voy al periódico, lo primero que hago es meter la cabeza en el despacho de mi director para ver si sigue íntegro, porque creo que es él quien recibe más presiones. Es verdad que hubo una pintada que decía “Albert Soler, vigila tu espalda”. Cosa que, en un primer momento, atribuí a mi fisoterapeuta. En las redes, sí: facha, “butifler”… Incluso hubo uno que dijo que le gustaría encontrarse a solas conmigo en un ascensor. Yo le respondí que lo sentía, pero que estaba casado… Por la calle, no he recibido ataques. También es verdad que voy al gimnasio cada día, y eso curte. 

Dicen que cuando el cerebro se enfrenta a una gran contradicción entre hechos y creencias o niega los unos o corrige los otros. ¿Aquí en qué punto estamos?

Corregir los hechos es muy difícil. Es mejor negarlos, que es lo que hacen. Ahora, los “lacistas” se juegan mucho porque los escaños dan dinero. Dicen que si ganan van a proclamar otra vez la independencia, esta vez de verdad. Pero saben perfectamente que eso es mentira. Que no lo van a hacer. Más que negar, prometen cambiar los hechos. Y como estamos en una religión, quizás hay alguien que piensa que es posible cambiar el agua en vino, andar sobre las aguas… Milagros.

¿Quizás la vertiente remunerativa es lo más tangible del credo procesista?

Muy tangible. Después de las últimas elecciones, cada vez que cogía el tren para ir a Barcelona me encontraba gente que yo conozco (que tenían como denominador común ser “lacistas”) que iba a trabajar, porque habían conseguido un cargo. Hay un montón de gente que viven de esto, hasta el punto de que muchos de sus votos son de los que han conseguido cargos y sus familias. Por no mencionar las cajas de resistencia que van sufragando la vida de algunos. Al lado de donde trabajo, hay oficinas de la Generalitat, adornadas de lazos por dentro y por fuera donde, de vez en cuando, se pasa la hucha. Y, claro, aunque no estés de acuerdo no hay que significarse… La gente no “lacista» se ha callado para no buscarse problemas, y los demás se han creído los dueños del cortijo. Sin querer, mucha gente lo ha asumido para no ser tachado de mal catalán.

Cosa que, entre periodistas y medios de comunicación, clama al cielo…

No es solo comprar periodistas, que igual sí. Pero, los que no han ejercido de periodistas, sino de altavoces de la causa consiguen más espacios en radio y televisión, aquí y allá… Dentro del periodismo también hay mucho clientelismo. ¿Cómo es posible que hubiera periodistas que amplificaban el relato procesista, sin siquiera preguntar? Por intereses, claro.

Estamos hablando de cifras escandalosas, tanto de plantillas, como de remuneraciones…

Sí. Y a pesar de contar con plantillas estratosféricas siguen comprando programas a productoras externas que, curiosamente, son dirigidas por gente afín al “lacismo”. 

A Giordano Bruno le quemaron en la hoguera por decir que las religiones eran instrumentos de manipulación de masas…

No des ideas. Es difícil bajarse del burro. Para eso hay que ser valientes. Y pongo a Dios por testigo de que no nos hemos caracterizado precisamente por ser muy valientes. Es cierto que la función siempre se acaba, pero tendría que ser el propio mago el que lo dijera. El rebaño no cuenta mucho en todo esto. Las ovejas siguen al pastor, sin ser conscientes de que acabará llevándolas al matadero. Esperemos que, en el caso que nos ocupa, solo metafóricamente. En cualquier caso, los signos externos están decayendo… Incluso creo que algunos “lacistas” que aún lo llevan, lo hacen porque no recuerdan ni porqué se lo pusieron.

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