La conexión de Jéssica Albiach con los turbios intereses del grupo Aguas de Valencia

El número 2 de la empresa quiso captar el apoyo de la candidata de los comunes para convencer a Colau que la filial catalana de Eugenio Calabuig, presidente de la compañía valenciana, era una alternativa viable a Aguas de Barcelona

Jéssica Albiach
Jéssica Albiach

El día que la candidata de En Comú Podem, Jéssica Albiach, propuso retirar la famosa estatua de Colón porque a su entender es un símbolo de racismo, recibió una buena lección de su amiga Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona dejó claro que la estatua es un icono de la ciudad y que por tanto no sería material de derribo, por mucho que en los Estados Unidos se asistiera a una oleada de iconoclastia. La demolición de la estatuaria oficial cuadraba con la época en la que el populismo de izquierdas aspiraba a asaltar los cielos de un plumazo, pero no para estos nuevos tiempos de alianzas estratégicas y gobiernos de coalición.

En la presente campaña autonómica Albiach se ha erigido en la apóstol de un nuevo gobierno tripartito, a pesar de que sus presuntos arquitectos (Salvador Illa y Pere Aragonès) no parecen estar por la labor. Ella, cortejada por ambos, se postula como la única capaz de unirles.

EL SUMARIO VOLHOV

Jéssica Albiach, por lo que parece, también fue cortejada por el número dos de la empresa Aguas de Valencia (Global Omnium), Jesús Civera, quien la menciona en una conversación con David Madí interceptada por la Guardia Civil e incluida en el sumario del caso Volhov. Se trataría de captar el apoyo de Albiach para convencer a Ada Colau de que la filial catalana de Eugenio Calabuig, el presidente de Aguas de Valencia, es una alternativa viable a Aguas de Barcelona para la concesión del agua municipal; o cuanto menos, un proveedor fiable de un sistema de detección de coronavirus a través de las aguas residuales.

Ahora bien, más allá del origen valenciano de Jéssica Albiach, ¿qué hacía pensar a Jesús Civera que la candidata de En Comú Podem podría prestarse a favorecer los intereses de una empresa surgida de las entrañas del PP valenciano y cuyo delegado en Barcelona, David Madí, es un tiburón de los negocios y antiguo «spin doctor» de Artur Mas?

AL SERVICIO DEL GOBIERNO DE FRANCISCO CAMPS

Máxime cuando Jéssica Albiach (Valencia, 1979), periodista de profesión y que ha hecho su carrera política en Catalunya, asegura que, siendo una recién licenciada, sólo aguantó cinco meses trabajando en el gabinete de comunicación de la Generalitat valenciana, a mayor gloria de Francisco Camps. Una experiencia enriquecedora, según sus propias palabras, para saber cómo funciona por dentro la maquinaria propagandística del poder, pero que es dudoso que durase lo suficiente como para trabar amistad con la influyente jefa de comunicación de Camps, Nuria Romeral, en la actualidad secretaria particular de Eugenio Calabuig.

Jéssica Albiach tiene en común con ella que ambas cursaron periodismo en la universidad privada y católica CEU Cardenal Herrera (campus Alfara del Patriarca), pero no llegaron a coincidir en las aulas (Albiach es seis años más joven). Dado el entorno progresista del que procede, es sorprendente que a la vuelta de un Erasmus en Bruselas se presentase a las pruebas del Canal 9 (quedó en las listas de espera) o que obtuviera la primera plaza en las oposiciones al gabinete de comunicación de Camps, aspiraciones que sí eran coherentes con su universidad de origen. Eran días en que la necesidad de abrirse paso profesionalmente prevalecía sobre los (supuestos) ideales políticos, el mismo punto en que parece encontrarse actualmente Jesús Civera.

EL “CEREBRO” DE EUGENIO CALABUIG

Nacido en Sueca y con un pasado de guitarrista vinculado a la «cançó» valenciana, Jesús Civera fue durante años subdirector del diario «Levante». Un antiguo compañero suyo en el periódico nos explica que «hace cinco años dejó su puesto en el periódico para pasar a la empresa de aguas, donde no había trabajado nunca. En la redacción se le consideraba un hombre de Ximo Puig, así que contar con sus servicios es un gran tanto para Calabuig». Es posible que en la redacción conociera a una joven y prometedora Jéssica Albiach, quien, tras su paso en falso por la administración valenciana, fue durante un tiempo redactora del rotativo próximo a los socialistas valencianos.

Pero lo más importante es cómo Jesús Civera, algo prepotente intelectualmente, describe en la conversación con Madí su fallido contacto con el «subnormal del concejal del agua que tenéis en Barcelona, Eloi Badia», para explicarle el sistema de detección del coronavirus patentado por el hólding de Eugenio Calabuig. Civera apunta otra posibilidad, que es acceder a Ada Colau a través del alcalde de Valencia, Joan Ribó.

EL GRAN PACTO POLÍTICO

Salvo que una intervención de Jesús Civera con Jéssica Albiach cambiase la percepción que se tenía de Aguas de Valencia. En la columna semanal que aún mantiene en «Levante», Jesús Civera se ha referido a menudo a la necesidad, en tiempos de coronavirus, de tejer complicidades entre los partidos valencianos, sin entrar en las guerras cainitas dictadas desde Madrid. En sintonía con el discurso de Eugenio Calabuig sobre la gestión sostenible del agua, Jesús Civera postula que el único relato transversal que actualmente comparte toda la sociedad es el de la sostenibilidad ecológica.

Su ideario se resumiría así: «Transversalidad, eficacia, nuevas dinámicas de relación y mucha praxis. Y más complicidades entre los actores de la política, que ha de servir como punto de encuentro y no como campo armado electoralista». Un mensaje que armoniza con la composición ideológica del consejo directivo de Aguas de Valencia; y con la estrategia de En Comú Podem en favor de un frente político de izquierdas.

INDEPENDENTISTAS A SUELDO

De repente todo se complicó, cuando se filtró que los planes de la filial catalana de Aguas de Valencia pasaban por la contratación de reconocidos independentistas, como Joan Puigcercós (ex secretario de organización de ERC), el empresario de telefonía Ernest Pérez Mas o la “reina de las residencias”, Cinta Pascual, para su consejo asesor. La noticia cayó como una “bomba” en los despachos de dirección del grupo.

La figura de David Madí podía ser tolerada, desde el punto de vista valenciano, como un peaje a pagar para introducirse en el mercado catalán, pero su responsabilidad en graves actos de desobediencia civil obligaban a Jesús Civera a dar alguna explicación por elegir tal compañero de viaje. Así el 16 de octubre, bajo el título «Para los valencianos, caramelos», empezó entonando un lamento por la desaparición del sector financiero valenciano, que «todos, desde el más alto rango autonómico hasta el último becario del periodismo, salvo alguna excepción», se habían tragado sin rechistar.

“COLONIALISMO FINANCIERO”

Y para más inri, añadía, esa misma banca valenciana estaba ahora en manos catalanas. «A mí ni me parece mal ni me parece bien. Ya se apañarán. Pero hasta el otro día aún andaban algunos políticos de aquí sacando a bailar los demonios catalanes y hoy santifican el estado actual de las cosas, además de urgir para que la sede social de la nueva Caixa (no la operativa, eh, no nos engañemos) resultante de abrazarse a Bankia, o de deglutirla, resida en la valenciana calle de las Barcas, cuya geografía rinde tributo hoy al bello logotipo de Miró en casi toda su extensión, desde que entras hasta que sales».

Dicho de otro modo, nadie podía acusar a Aguas de Valencia de colaborar con independentistas, toda vez que el noble propósito de la empresa era devolver el golpe, pagar con la misma moneda, al colonialismo financiero catalán.

“SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ”

Para ello nada mejor que convencer a una bienintencionada pancatalanista (es decir, una panvalencianista) como Jéssica Albiach de ser comprensiva con los movimientos estratégicos de la empresa de Calabuig en Cataluña. A buen seguro que Jesús Civera le explicaría que es mucho lo que hay en juego para la sociedad, para la buena praxis política, para la economía sostenible, para la imagen pública de Ada Colau en su guerra del agua. Todo consiste en considerar a David Madí un “tsunami pasajero” y pedir referencias a Joan Ribó y Ximo Puig.

No es fácil convencer a Jéssica Albiach de que haga lobby empresarial valencianista pero, como reza el lema electoral de los «comuns» en estas autonómicas: «Siempre hay una primera vez”.

 

 

 

 

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