La covid-19 dispara el uso del coche privado por el miedo al transporte público

La polución del aire repunta en Barcelona y vuelve a lograr niveles muy preocupantes

La sociedad vive inmersa en la pandemia de la covid-19 enfrentándose, día a día, a nuevas vicisitudes. Pero otra «pandemia», letal y silenciosa, nos amenaza y mata más de siete millones de personas en el año en todo el mundo. La contaminación ambiental es la causante de 1.300 muertes prematuras en Barcelona y el área Metropolitana. Según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que analiza la mortalidad asociada a la contaminación en 1.000 ciudades europeas, Madrid encabeza el ranking, seguida de Amberes y Turín. Pero Barcelona se sitúa en sexto lugar, y en el séptimo, la ciudad de Mollet del Vallès. Las cifras son alarmantes, como se desprende del informe de ISGlobal y avisa Maria García, portavoz de la entidad Ecologistas en Acción: «La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace tiempo que alerta sobre este peligro. Si tuviéramos un aire como por ejemplo el de Reikiavik, en Islandia, evitaríamos la mitad de los muertos por contaminación ambiental». La OMS recomienda unos niveles de 40 microgramos por metro cúbico de NO2 .

El último viernes del mes de enero, a las 8 de la tarde, en cinco barrios de Barcelona se superaban, con más de 50 microgramos, este nivel. El aire de Barcelona vuelve a ser irrespirable. La tregua durante el confinamiento de 2020 encendió una pequeña luz de esperanza que, a estas alturas, ya se ha apagado. «Durante el año pasado respiramos un aire en la ciudad, como el del Montseny o el del Cabo de Creus», explica Maria García. «Pero así que nos desconfinaron, hacia septiembre, los niveles de contaminación volvieron a subir como en 2019», afirma la representante de Ecologistas en Acción. La contaminación nos mata lentamente. El aumento de enfermedades crónicas, como el asma, y de ictus, cánceres de pulmón o infartos está directamente relacionado con la cantidad de dióxido de nitrógeno que inhalamos. Y en Barcelona es mucho. Se ha llegado a picos de diez veces lo qué permite la OMS. Desde las entidades ecologistas y plataformas para la mejora de la calidad del aire de la ciudad se piden acciones contundentes y valientes por parte de las administraciones. En especial, se pone el foco en el Ayuntamiento de Barcelona, como explica García: «Hay que hacer actuaciones de gran impacto, como apostar por el transporte público o nuevas alternativas de movilidad como la bicicleta. Hay que sacar los coches de la calle.

El primer mandato de l’alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tenía un plan de bicicleta muy ambicioso. Se querían hacer hasta 300 kilómetros de carriles bici, pero no se llegó a 200 y, en este mandato, todavía se han rebajado más. Solo se han hecho medidas de urbanismo táctico, que no transforma». Un urbanismo de colorines que ha supuesto la pacificación de cuatro calles, con un coste de 36 millones de euros. En cambio, no se han tocado las principales arterias de la ciudad, como las calles Aragó, la Meridiana o la Diagonal, por las cuales pasan más de 300.000 vehículos diarios. Cómo explica Maria García: «Si desvías el tráfico hacia otras calles, no avanzamos nada. Hace falta una tasa anticontaminación, que reduciría de manera inmediata un 30% del tráfico». Los alarmantes niveles de contaminación en Barcelona y el área metropolitana, y las enfermedades y las muertes asociadas, han hecho que los científicos giren los ojos hacia el transporte público como una buena alternativa. Pero la actual pandemia de la covid-19 ha hecho que su uso se desplome y ha llevado muchos más coches en las calles de la ciudad. Si el verano del 2019 los transportes funcionaban al 100%, este inicio de 2021 todavía están en un déficit del 40% de los pasajeros. Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) admite que no se recuperará el 100% de los usuarios hasta después del verano.

Según un estudio del RACC, el uso del coche en Barcelona a consecuencia de la pandemia se ha duplicado, cosa que significa que el aire de la ciudad acontece peligrosamente nocivo. Hace falta una apuesta por el transporte público hacia el privado. Cómo explica Maria García, «la mayoría del transporte privado es entre Barcelona y la primera corona, cuando todo está perfectamente comunicado con transporte público». Una supuesta carencia de seguridad sanitaria, con un riesgo más alto de contagios de la covid-19, ha provocado que mucha gente vuelva al vehículo privado para desplazarse por la ciudad, pero desde Ecologistas en Acción se señala, directamente, el ayuntamiento de la capital catalana como uno de los responsables del poco uso de este tipo de movilidad: «Hay muchas carencias en el ámbito de campaña pública para informar la ciudadanía de las medidas de seguridad en el transporte público». La contaminación ambiental, provocada mayoritariamente por las emisiones de los automóviles, mata y es una «pandemia» silenciosa que se extiende a pesar de tener una solución, que pasa para reducir la presencia de coches en las calles. Los barceloneses, que han podido respirar un aire mejor durante el confinamiento, no quieren volver a inhalar veneno. La preocupación por el cambio climático es del 89% a las encuestas de Barcelona, y el 75% reclama reducir la contaminación. «Es el momento de políticas valientes. Reducir la contaminación es primordial», concluye Maria García.

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