El expresidente Josep Maria Bartomeu ha decidido tomar partido por un precandidato en estas elecciones. Por descarte, sólo Xavi Vilajoana podía encajar en sus preferencias barcelonistas por su perfil continuista y porque considera que fue de los directivos más fieles de su junta hasta el final.
Aunque Bartomeu siempre habría creído que Jordi Cardoner, su vicepresidente primero, sería quien naturalmente acabaría siendo el candidato heredero al trono, el hecho de desmarcarse de toda responsabilidad, de declarar su miedo a ser algún día presidente, abrió una guerra fraternal, aunque turbia y tan sucia que, como ya es conocido, acabó en conspiraciones, traiciones y dimisiones.
Emili Rousaud, inesperadamente, acabó siendo propuesto como delfín después de que Enric Tombas, Oriol Tomás y el propio Xavi Vilajoana se hubieran postulado para suplir a Cardoner. Seguramente cualquiera de los tres habría sido mucho mejor candidato, más honesto y menos descuidado que Emili Rousaud, a quien la impaciencia y la ansiedad le pudieron para intentar deshacerse del propio presidente Bartomeu.
Ahora que ha decidido adoptar un aspirante a la presidencia como Xavi Vilajoana la cuestión es si esa es una buena noticia para él, si su firma y apoyo no le proporcionan más rechazo que adhesiones. Lo que se sabe, de momento, es que va a tener dificultades pare reunir las firmas.
