Joan Laporta está, como Víctor Font, derrochando esfuerzos económicos que desde luego no salen de su bolsillo, sino de esas plazas de directivo que ha puesto a subasta y a la venta como algún otro precandidato. Sólo de la pancarta de Madrid se habla de una inversión de 100.000 euros entre fabricación, instalación y los 40.000 por concepto de publicidad para los vecinos que de otro modo no hubieran tolerado entrar en el salón de la fama.
Quiere ganar a lo grande, dejar resueltas las elecciones el día 14 con la proclamación de candidatos para evitar los debates electorales a los que, por supuesto, no quiere ir excepto al de TV3, donde jugará en casa y donde tratarán de que ninguno de los otros candidatos pueda brillar. Por eso anoche, en un gesto propio de ese gigantismo con el que quiere gobernar y apropiarse de nuevo del Barça para sus negocios y supervivencia, decidió ampliar a última hora el número de papeletas subiendo hasta las 80.000 la cifra de papeletas solicitadas.
No lo hizo por necesidad sino por dejar muy claro que él es el que más ha pedido y el que más entregará. Pero sobre todo, por pedir el doble de Víctor Font y de Jordi Farré, que rondan las 40.000. Unos excesos que forman parte de la estrategia de recogida de cada cual y también de esas machadas que tienen que ver.
