En su mensaje de Navidad, Felipe VI eludió una referencia explícita a su padre, el rey Juan Carlos I, y los escándalos que ha protagonizado y que sitúan la monarquía en situación de crisis. Se ha limitado a reafirmar su compromiso con los «principios éticos y morales que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas», añadiendo, eso sí, que estos principios «están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso todo de los personales o familiares «. Así, en un discurso centrado en la pandemia, el monarca ha desaprovechado la oportunidad de hacer autocrítica. Cataluña ha sido la otra gran ausente del discurso.
Felipe VI ha situado estos valores éticos en el mismo plano que los principios democráticos -la Constitución- y «el cumplimiento de las leyes» como activos para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, además de las esperadas vacunas. El rey ha apelado a la necesidad de afrontar el futuro «con confianza en nuestro país y en nuestro modelo de convivencia democrática». «Ni el virus ni la crisis económica no nos doblarán» aseguró.
El jefe del Estado ha pedido «un gran esfuerzo colectivo» para superar los retos sanitarios, económicos y sociales a que se enfrenta el país. «Superarlos constituye un gran objetivo nacional que a todos nos debe unir», remarcó Felipe VI.
El rey también ha afirmado que España cuenta con «una sociedad fuerte» y un «Estado sólido»; el apoyo de la Unión Europea para la recuperación económica y el «sistema de convivencia democrática» garantizado por la Constitución, «que todos tenemos el deber de respetar». En este punto, ha llamado al «reencuentro y el pacto entre los españoles», en referencia al clima de crispación política reinante en la política española.
