Alejandro Echevarria, excuñado de Joan Laporta, ha reaparecido en estas elecciones a la presidencia del FC Barcelona diecisiete años después de haber estado vinculado al club en medio de una gran tormenta mediática a causa de su pertenencia a la Fundación Francisco Franco. El ‘cuñado’, como se le conocía por el club y el círculo del poder barcelonista, hizo carrera como miembro de la atención al jugador en el vestuario de Frank Rijkaard al cual tuvo acceso gracias a que Joan Laporta lo ocultó allí tras su sonada dimisión.
Cuando parecía que las relaciones familiares se habían roto por los escándalos extramatrimoniales del presidente azulgrana y, finalmente, de su divorcio de Constanza Echavarria, han sorprendido las llamadas de Alejandro en busca de dinero y de directivos para la campaña de Laporta.
Alejandro se ha puesto en contacto con diferentes empresarios y amigos para captarlos a favor de la precandidatura de Laporta. Para sorpresa y pasmo de estos contactos, uno de los argumentos esgrimidos por Alejandro Echevarria ha sido, sorprendentemente, que “mi cuñado ya no es independentista”, refiriéndose a Joan Laporta, obsesionado ahora en borrar ese pasado o esa etiqueta de la que tanto ha presumido y, como saben los suyos, sólo intenta ocultar. Le jugó en contra en las otras elecciones y ahora hasta su ‘cuñado’ se ha creído ese nuevo perfil. En cualquier caso, ambos cabalgan de nuevo camino de nuevas oportunidades y un horizonte infinito de negocios. Una sola ideología les mantiene unidos.
