LAPORTA, EL PRESIDENTE EMÉRITO (I)

Cien millones de pesetas por el silencio del Elefant Blau, un pacto entre cuñados y las trampas con Javier Tebas

La vida post presidencial de Joan Laporta ha resultado relativamente plácida, incluso ha podido presentarse por dos veces a la reelección del cargo gracias a su especial entorno, capaz de aportarle protección jurídica, institucional y mediática en las muchas circunstancias, irregulares y hasta delictivas, de las que ha podido librarse. La figura ahora mismo denostada y señalada en todo el Estado del rey emérito Juan Carlos tiene en el Barça un precedente que, por el paralelismo y el poder de las alcantarillas políticas de un sitio u otro, España y Catalunya, también ha burlado la justicia y la ley con relativa facilidad.

Para empezar, en verano de 2003, Joan Laporta y su junta nunca presentaron el aval correspondiente exigido por la Liga de Fútbol Profesional previo a la toma de posesión del cargo con fecha 22 de junio de ese año. Una infracción que favoreció la propia LFP gracias a que un tal Javier Tebas, entonces vicepresidente, manejó el asunto de la siguiente forma: mediante un comunicado certificando la presentación de un aval por 25 millones ante la Liga aunque sin especificar su fecha de entrada en vigor, el 1 de julio, es decir varios días después de haber ser proclamado presidente y, por tanto, fuera del plazo de 10 días. Las elecciones se habían celebrado el 15 de junio. Durante ocho días de junio el FC Barcelona estuvo fuera de la ley con un presidente consciente de estar haciendo trampas para no cargar con las pérdidas de Joan Gaspart. Un asunto pendiente que reaparecería a los dos años como se verá en forma de demanda y pesadilla judicial.

Sobre por qué Joan Laporta, emérito con causa, no hizo lo más sencillo, directo y legal, como era llevar a la asamblea del FC Barcelona las pérdidas de Joan Gaspart y reclamarlas mediante una acción de responsabilidad, se debió a que ambos, Gaspart y Laporta, se apresuraron a suscribir una paz extra club sin conocimiento del resto de la junta y con el malsano propósito de incumplir una de las promesas electorales más repetidas: levantar las alfombras para ver lo que había debajo. Laporta las levantó, pero para esconder los 123 millones de euros de su socio Gaspart, incluyendo una partida propia de 63,8 millones inventada por su amigo y compinche Ferran Soriano, colaborador necesario en esta primera fechoría contable, como devaluación de los fichajes de Gaspart. Como se verá también, un truco que no coló finalmente.

El caso es que Joan Gaspart y Joan Laporta ya habían pactado esa ocultación cuando Gaspart fue presidente y Laporta dejó de ejercer esa presión asfixiante como opositor y Elefant Blau contra el anterior presidente Josep Lluís Núñez. El pacto se cerró bajo las siguientes condiciones: Laporta cerraba para siempre el Elefant Blau, también su  actividad, y el FC Barcelona, por orden del nuevo presidente, retiraba las demandas y reclamaciones judiciales que se habían cursado contra Laporta en tiempos de Núñez.

¿Eso solamente? No. Para facilitar el acuerdo, Gaspart consideró aceptable la petición de Laporta de compensarle los gastos y las molestias judiciales ocasionadas por el marcaje de Núñez en los tribunales con el pago de 100 millones de pesetas de la época (600.000 euros) provenientes de la tesorería del club.

Así fue como el Elefant Blau, que había interpuesto un voto de censura contra Nuñez y su administración, que ganaba de promedio más de 1.000 millones de pesetas por temporada (6 millones de euros de hace 20 años), calló ante los despropósitos de Gaspart, capaz de gastar en menos de tres años 190 millones de euros en 17 fichajes de los cuales solo cuatro seguían en el club en 2003.

El silencio cómplice del Elefant Blau respecto de la gestión de Joan Gaspart sonó como una clamorosa y sonada operación de engaño a los socios. Uno porque vendía su alma al diablo barcelonista de Gaspart y este porque sólo buscaba la falsa de estabilidad de su mandato para seguir con su locura económica y silenciosa. En los acuerdos de Gaspart con el entorno Cruyff-Laporta para ganarse esa paz el propio Johan Cruyff asistió como invitado a la boda de una de las hijas del presidente, eso sí en tiempos en que uno de sus hombres de confianza, Joan Patsy, realizaba informes generosamente pagados por el Barça, de hasta 25 millones de pesetas, sobre la calidad de jugadores como Saviola, un fichaje que en su momento batió el récord de inversión del Barça.

Joan Patsy reapareció al poco tiempo como la persona encargada de negociar en su representación (¿) el fichaje de Txiky Begiristain como secretario técnico de Joan Laporta, recién llegado a la presidencia. La sensación era que ya formaban una gran familia alrededor de un presidente que con el tiempo se ganaría el calificativo de ‘emérito’.

La condición de inviolabilidad se la aseguró Gaspart, al poco de ser elegido Laporta nuevo presidente, en las oficinas de Juan Echevarria, suegro de Laporta y padre también de Alejandro Echevarria. En esa misma reunión se decidió que este nuevo ‘fichaje’ del barcelonismo, cuñado del presidente, se diera de alta como socio del Barça para poder ocupar lo antes posible un cargo directivo. Sólo faltaba ocultar el pequeño detalle de su pertenencia a la Fundación Francisco Franco.

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