Matrix en la sanidad

Los políticos que nos gobiernan viven en Matrix, una realidad virtual, inhumana más bien dicho, que se aprovecha de los humanos para ir viviendo ellos en un mundo ficticio para conservar lo único que les interesa, su poder y sus negocios. Los acuso, por la situación de los profesionales de la sanidad decepcionados, desesperados y desertando, ciudadanía enfadada y sin esperanza (el miedo es el peor consejero), recursos públicos recortados y privatizados, insuficientes desde hace ya años y mal gastados.

Así es la situación actual de la salud pública, especialmente en la atención primaria, los cuidados y la salud pública. Yo acuso: hasta aquí nos han llevado no los virus,sino las malas políticas de los gobiernos de los últimos años con la austeridad de lo público y el desguace de lo que denominaban Estado del bienestar en manos de la ideología del neoliberalismo y el capitalismo depredador. Un pilar imprescindible del estado del bienestar que se hunde. Todo esto se perderá como lágrimas en la lluvia.

Ahora salen insignes taumaturgos, individuales y en grupo, que dicen lo que hay que hacer, propuestas que no son otra cosa que «fortalecer» lo que se ha hecho hasta ahora. Seguramente la mayoría lo dice porque no sabe qué hacer y por inercia corporativa o funcionarial. Otros saben bien lo que quieren: seguir mandando y seguir beneficiándose personalmente de los recursos públicos. Tienen que hacer como si todo tuviera que cambiar para que todo continúe como está ahora. Es su interés.

Nosotros, como dice el buen amigo Amando, ahora tenemos que pedir lo imposible, debemos continuar «en el camino» de la utopía, con esperanza, de la defensa de la salud para todas y todos, lo que significa: libertad, igualdad, solidaridad, defensa de lo que es común. El camino es de subida y vamos andando, pero tenemos que insistir, no perder la esperanza porque tenemos que entender, como dicen ahora los de la UPEC, que son pocos (muy pocos). Nosotras somos muchas, necesitamos muchos Neos y Trinitys que nos ayuden a defender los intereses de toda la humanidad. Seguiremos luchando; recuperaremos, frente a la depresión, la esperanza de un cambio radical en la salud pública hacia un auténtico servicio público de salud y cuidados. Un servicio que tiene que formar parte de la lucha por una nueva realidad, fuera de Matrix, económica y social, para hacer frente a la triple crisis en la que estamos inmersos, lucha sin la cual no puede haber salud. Hagamos posible lo que parece imposible.

Cuando ya había acabado el escrito anterior, conocimos los resultados del proceso democrático en Estados Unidos, la alegría de millones de ciudadanos de ese país y de todo el mundo por el resultado, lo que nos ha permitido sacar del poder a una persona enferma, despótica y con todos los adjetivos peyorativos, un ejemplo de lo que nos traía la deriva de este mundo agotado.

Mirad, yo no soy nada admirador de Estados Unidos, con su extensa cultura de prepotencia, armas, xenofobia y neoliberalismo. Parece mentira en uno de los países que engendró la forma moderna de democracia liberal y constitucionalista, con su deriva hacia la cultura hasta ayer hegemónica. El mundo se ha sacado de encima a una mala persona que representaba esa forma de ser y actuar (de muchos estadounidenses), pero los otros, que son muchos, nos han dado una sorpresa y han opinado que es mejor una persona «normal», un viejo político moderado, sensato, acompañado de colaboradores modernos (feminismo, ecologismo, diálogo, respeto, libertad de las minorías). Lo han hecho posible.

En Estados Unidos han ganado la democracia y la esperanza (aunque sea imperfecta y formal). Ha ganado el mundo entero. En estos tiempos difíciles, de crisis generalizadas -económica, social, ecológica, sanitaria y de ideas de futura) se ha recuperado, un poco, la esperanza. Esperanza más necesaria que nunca. Se nos ha dicho una vez más: todo está por hacer y todo es posible. Porque lo que parece imposible es de sentido común.

Hace 34 años de la Ley General de Sanidad de Ernest Lluch: una salud pública, universal, integral y de calidad. Hoy muchas cosas han cambiado: la demografía (envejecimiento), la epidemiología (cronicidad), los conocimientos, la tecnología, los valores y la cultura. Esto, junto al neoliberalismo que ha adelgazado y privatizado parte de los sistemas públicos, hace que sea necesario replantearse cómo queremos que sean estos sistemas.

Se necesita una nueva Ley de Ordenación Sanitaria de Catalunya al servicio de la salud y los cuidados, personal y colectiva.

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