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El hijo del chófer

Siscu Baiges

Periodista de Solidaritat i Comunicació - SICOM, activista, cabrejat amb les injustícies
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La biografía que ha escrito Jordi Amat sobre Alfons Quintà está teniendo una gran repercusión en los medios de comunicación. Se titula 'El hijo del chófer' porque Josep Quintà, padre del periodista, conducía un coche Lanzia con el que iba arriba y abajo para promocionar su zapatería y también transportaba a menudo al historiador Jaume Vicens Vives o hacía recados para el escritor Josep Pla.

La historia ya la sabéis. Alfons Quintà fue subiendo peldaños en el mundo del periodismo hasta llegar al cargo de director de TV3 en el momento de su inauguración, en 1983. En diciembre de 2016 asesinó a su mujer y se suicidó en su domicilio del barrio de Les Corts, en Barcelona. Cometió las dos acciones con una escopeta de caza.

Salgo citado en el libro de Amat. Es cuando se adentra en la contradicción curiosa de que Jordi Pujol, entonces presidente de la Generalitat, apostara por Alfons Quintóà para dirigir TV3 a pesar de que el periodista lo había martirizado con sus informaciones en el periódico El País sobre la crisis de Banca Catalana. De bestia negra del pujolismo a responsable de la puesta en marcha de su juguete más preciado, TV3. Todo un misterio que no acaba de aclarar 'El hijo del chófer'.

El libro relata como tres jóvenes periodistas –Jaume Reixach, Enric González y yo mismo- intentamos que Alfons Quintà nos explicase qué secretos sabía de la crisis del banco que fundó Pujol. Estábamos escribiendo un libro que se acabaría titulando "Banca Catalana, más que un banco, más que una crisis". Y relata, también, Amat, mi única conversación con Quintà en todos estos años de profesión periodística. Lo telefoneé y le dije: "¡Hola! Somos tres periodistas jóvenes que estamos haciendo un libro sobre Banca Catalana y tenemos mucho interés en hablar con usted". Me contestó: "Pues yo no tengo ningún interés en hablar con vosotros". No recuerdo si me colgó el teléfono o si dio tiempo a despedirme. Han pasado casi cuarenta años y mi memoria da para lo que da.

Hubiese preferido una respuesta tipo: "Lo siento chicos, pero prefiero no compartir mi información con vosotros. ¡Mucha suerte con vuestro libro!". A mis alumnos de la Facultad de Comunicación de la UAB les advierto de que cuando trabajen se encontrarán con salidas de tono como la de Quintà, que en la vida hay gente para todo y que ojalá puedan trabajar en redacciones con compañeros y jefes que los traten como personas. Si alguien les responde de malas maneras que se lo echen a la espalda. Y, si puede ser, que nunca, nunca, queden retratados en una biografía como la que ha hecho el historiador Jordi Amat sobre Alfons Quintà.

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