El choque emocional que quisieron generar los independentistas con la inhabilitación de Quim Torra victimizando su figura implicaba seguir paseando su cadáver político por los actos públicos para alargar el efecto. Así, fruto del pacto entre JxCat y ERC, se permitió a Quim Torra asistir –y a veces intervenir y hacer ver que los presidía– a los actos que ya tenía comprometidos en su agenda.
Pero, tal como ya se había explicado en varias ocasiones, Torra tenía la mala costumbre de cerrar la agenda muy pocos días antes, y se sometía a numerosas variaciones en sus compromisos. Es por eso que, después de los primeros días apareciendo por todas partes, ahora Pere Aragonès ya no tiene ninguna obligación ni ningún compromiso de invitarlo o cederle protagonismo.
