Alfred Bosch y el acoso sexual

El departamento de Función Pública ha pedido que el exconseller de Exteriores, Alfred Bosch, sea sancionado por el caso de presunto acoso sexual que salpicó a la conselleria en marzo pasado. En un informe, concluye que Bosch sabía que su jefe de gabinete podía estar acosando a varias trabajadoras y no hizo nada para activar el protocolo previsto por la administración. Por el contrario, dejó que Carles Garcias siguiera actuando durante meses a pesar que muchas personas sabían lo que estaba sucediendo.

Todavía hay en redes sociales mensajes de víctimas que recriminan al exconseller la manera cómo actuó. Que no cesara a Carles Garcias hasta que su partido se lo exigió. Que intentara recolocarlo en otro cargo donde habría podido buscar nuevas víctimas. Que le organizara una fiesta de despedida y lo elogiara públicamente, a pesar que sabía que lo estaba destituyendo por una cuestión tan grave como es el acoso sexual. “Sabías que era un acosador e hiciste este tuit. Yo he tenido que sufrir a este energúmeno. Con el poco autocontrol que tiene, ¿es posible que no lo vieras?”, le reprocha una de las usuarias.

El sistema de denuncia de la Generalitat no puede volver a fallar.

No podemos enviar el mensaje a la ciudadanía que las mujeres que trabajan en las instituciones públicas catalanas no están protegidas y que los agresores quedan impunes. Es todo lo contrario, son ellos los que tienen que saber que su comportamiento será condenado y tendrá consecuencias. No podemos enviar el mensaje a todas las mujeres que se encuentran en una situación similar que es mejor callar, porque si explican lo que está pasando se exponen a que su jefe no active los mecanismos establecidos y monte su propia investigación, que fue lo que hizo Alfred Bosch. Derivó el asunto a ERC que a su vez abrió un procedimiento tan mal organizado que el agresor se enteró y abroncó a una de las víctimas.

Las personas que ocupan cargos públicos, sobre todo durante un largo tiempo, saben que en una investigación por acoso sexual es fundamental mantener el anonimato para evitar la revictimización de las personas afectadas. Saltarse los canales institucionales establecidos por la administración para defender los derechos de las mujeres dio al agresor en este caso la posibilidad de tomar represalias. El procedimiento no debería haberse convertido nunca en una cuestión interna de partido porque estos episodios estaban sucediendo en una institución pública que se financia con los impuestos de toda la ciudadanía. No era un asunto privado, era público.

A lo largo de su vida, las mujeres pasan por todo tipo de situaciones de acoso. Reciben comentarios obscenos en la calle, tocamientos en el transporte público, en las discotecas, insultos machistas, y aprenden que no pueden luchar contra esto porque, hagan lo que hagan, seguirá sucediendo. Cuando enfrentan esta situación en el ámbito laboral, también piensan que nadie les escuchará. Por eso es tan importante que el entorno les ayude y les anime a denunciar, por eso es clave que las personas que ocupan cargos públicos se tomen en serio las denuncias desde el primer momento y activen los protocolos.

Uno de los patrones del acoso sexual en nuestra sociedad es hacer sentir a las víctimas que son ellas las responsables, que es su responsabilidad evitar el acoso y las agresiones. Se les dice que cuando sucede, es culpa suya. Por la manera en que visten, por haber hecho comentarios que pueden haber parecido una insinuación, incluso por una simple sonrisa. Por eso es clave que nuestras instituciones creen un ambiente propicio para luchar contra los prejuicios y hagan que todas las mujeres se sientan seguras.

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