‘La Grossa’ o el ascenso social

“¿Te preocupa la distancia social? Prueba el ascenso social”. Era el lema con el que Loterías de Cataluña decidió promocionar este año el sorteo de La Grossa de Cap d’Any. Con una buena parte de las familias sumidas en la incertidumbre por la crisis económica y social derivada de la Covid-19, una empresa pública dependiente de la Generalitat de Catalunya creyó que era una buena idea sacar provecho de la ansiedad ciudadana.

La campaña fue retirada por las críticas pero dice mucho de lo que representa el gobierno de coalición formado por JxCat y ERC. Sobre todo, de ERC que se define de izquierdas pero avala una campaña que recurre a un concepto utilizado por la derecha neoliberal (en sociología se habla siempre de movilidad social) desde un organismo, Loterías de Cataluña, que depende de uno de los suyos, el vicepresidente Pere Aragonès.

A diferencia de la justicia social, propia de las izquierdas, el concepto de ascenso social representa la subida de una clase inferior a una superior en el contexto de una sociedad capitalista que consagra la división de clases y alienta la búsqueda del bienestar individual en vez del colectivo. El ascenso social, tal como lo plantea esta campaña, es lo contrario al ideal de las izquierdas que aspiran a la construcción de un proyecto global de justicia social que suprima, o al menos reduzca, las diferencias sociales. De toda la ciudadanía, no sólo de aquella que acierta a un número de lotería.

La justicia social se basa en crear las condiciones, mediante políticas públicas, para que todas las personas, más allá de su origen y sus condiciones de vida, tengan las mismas oportunidades. Consiste en garantizar que todos los niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad, a una vivienda digna donde crecer y desarrollarse, a una alimentación adecuada. Esto es justamente lo contrario a lo que hacen las consejerías de Educación y Asuntos Sociales, ambas dirigidas por ERC, que en medio de una pandemia se han desentendido de cuestiones tan básicas cómo garantizar que la infancia más vulnerable pueda tener los medios para seguir su educación on line o acceder a la alimentación en un momento en que las entidades denuncian que en muchos hogares falta lo más elemental.

Apostar por el concepto de ascenso social, vinculándolo al juego y al azar, es probablemente la forma más frívola de abordar las desigualdades sangrantes de nuestra sociedad en un momento de crisis sin precedentes. Desigualdades que han ido creciendo en la última década por los recortes aplicados por las mismas formaciones políticas que ahora banalizan y bromean, a través de una campaña financiada con dinero público, sobre la delicada situación sanitaria que seguimos atravesando y que no sabemos cuándo acabará.

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