Mientras el equipo de Quique Setien anda imparable hacia un final de temporada que puede ser el peor de los últimos doce años, el barcelonismo empieza a preguntarse si acabará en blanco para el primer equipo barcelonista después de once seguidos ganando como mínimo un título además de haber completado la década prodigiosa de su historia con dos Tripletes (Liga, Copa y Champions) y un sexteto, cosa que no ha conseguido ningún otro equipo del mundo.
El último precedente de cero títulos se remonta a la temporada 2007-08 cuando el Camp Nou despidió el equipo y el palco, con Joan Laporta de presidente, con una sonada pañuelada y una sensación aguda de frustración. Aquel equipo, con Ronaldinho, Eto'o, Henry, Deco, Xavi y dos jóvenes prometedores como Messi e Iniesta, parecía futbolísticamente mucho más capacitado y potente de lo que indicaban los resultados. Tanto, que entre la masa social se promovió un voto de censura que, convenientemente manipulado, Joan Laporta pudo salvar a pesar de admitir que el 60% de los socios estaba en contra de su continuidad.
La cultura del esfuerzo volvió al vestuario para descubrir y dejar a Leo Messi, el catalizador de una secuencia de éxitos sólo alterada por algún año menos bueno como cuando Guardiola bajó los brazos o, por enfermedad, Tito Vilanova se vio obligado a dejar el banquillo.
Aún así, la superioridad del Barça en la Liga sobre el resto, especialmente sobre el Real Madrid, ha sido tan manifiesta que incluso esta temporada no se explica que el equipo de Zidane la pueda merecer si no es por el extraordinario deterioro del juego, armonía y estabilidad del equipo barcelonista. La peor de estos últimos años, la temporada 13-14, se saldó con la Supercopa, un título que también se le ha negado al Barça este curso, disputada entre cuatro equipos en la Arabia Saudí.
La amenaza está después de haber cedido seis puntos en los tres últimos partidos ligueros y la certeza que el Real Madrid encontrará las máximas facilidades para sumar los que faltan, sea como fuere. La Liga prácticamente está perdida y muy pocos confían hoy en un entrenador como Quique Setien con quien cada día el equipo juega peor de cara a ganar la Champions.
