Rey (d) emérito

Como Pujol (http://ves.cat/euVT) -o las meigas, que 'haberlas haylas'-, algún mérito debería tener… Sin embargo, Juan Carlos I, rey (d) emérito ha convertido en el rey desnudo que escribía con acierto Hans Christian Andersen. Un monarca obsesionado por el lujo y la apariencia, que encargó a dos sastres el traje más fino del mundo. Estos le engañaron, diciéndole que el vestido estaba hecho de una tela mágica que era invisible para los estúpidos. El emperador se probó el inexistente vestido y no se atrevió a decir que no lo veía por miedo a ser juzgado como tonto, y más después de los elogios que recibió de sus ministros, que tampoco osaron admitir que no veían nada. El emperador salió en desfile y la gente no decía nada, enterada de las propiedades de la tela, hasta que un niño exclamó que el emperador iba desnudo y el público estalló en risas. Hace tiempo que vemos el rey desnudo, pero pocos se atreven a decirlo. De hecho, aún ahora, los hay que elogian el corte y la elegancia de un traje que no existente. Unos pelotas. Entre ellos, el PSOE, el PP y/o Vox, que han privado al Congreso de investigarlo. Incluso ahora, que la fiscalía lo investiga. Ojalá llegue el día en que un juez, como el niño de Andersen, exclame que el monarca va desnudo. Entonces, quienes ya lo decíamos, diremos: ya lo decíamos, y el público estallará en risas.

Nos caen los mitos. Dice un proverbio chino, si quieres que algo caiga, antes deberás ponerlo bien arriba. Cataplum, hizo Jordi Pujol cuando el 25 de julio de 2014 confesaba lo inconfesable. Llamaba una señora a la radio al día siguiente lamentando la traición y recordaba que su padre le había dejado en herencia la recomendación de hacer caso al presidente, indicándole que él nunca fallaría; "Y ahora, ¿qué?", ​​Se preguntaba huérfana de guía la señora. ¡Y espérate! ahora los americanos han desclasificado los papeles de cuando Felipe González era presidente, y en ellos se desvela que la "X" de los GAL era él. Como cuando Pujol nos hablaba de la "deixa" del padre, la "X" de González era un secreto a voces. Pero nos gusta sorprendernos, y escandalizarnos.

Juan Carlos es cada día menos campechano, y mira que lo había llegado a ser… Sabíamos que era un putero desde que María García García, también llamada Bárbara Rey -afortunado apodo-, domaba elefantes en el circo de Ángel Cristo. Pero, quién sabe por qué extraña generosidad, se lo perdonábamos. Hasta Botsuana, que se accidentó mientras cazaba elefantes -afortunada coincidencia paquidérmica. Y es que el rey que Franco nos dejó en herencia ha sido siempre de piel dura. O hasta ahora. Y, desengañémonos, el rédito del 23-F, agotado hasta la prórroga monárquica, ya no da para más. Para desconsuelo de los monárquicos, el heredero no parece que mejore la especie.

La paradoja es que los tres, Juan Carlos I, Pujol y González se entendían, o entienden. Ya lo explican en sexto de primaria, los cuerpos con cargas eléctricas de signo contrario, se atraen.

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