Uno de estos días

La mañana del 8 de marzo repetí el ritual de cada domingo. Pasé por el quiosco compré el periódico y fui al bar de Juan a desayunar. Véte a saber como se llama de verdad. Es el nombre con que lo conocemos los clientes. A la mujer la llamamos Rosa. Los dos son chinos y se hacen llamar por estos nombres. A su hijo pequeño le han puesto Jose. Supongo que lo han bautizado así porque lo conozco desde muy pequeño. ¡Véte a saber!

Cuando entré por la puerta del bar, escuché la frase de cada semana: "¿Lo de siempre?". Y dije que sí, claro está. "Lo de siempre" era un bocadillo pequeño de jamón dulce, una agua y un café. Tiempo atrás, cuando todavía no me habían dado ataques de piedra en  un riñón, en vez de agua me tomaba un vichy. Por prescripción de amigos o por superstición dí el cambio. Después de desayunar i de leer alguno de los periódicos que había en el bar me despedía hasta la semana siguiente después de intentar conversar con Juan o Rosa, con las enormes dificultades que las barreras idiomáticas ponían entre nosotros,

Un día de estos tengo que volver a su bar. Por ahora no me atrevo. Cuando vaya, seguro que Jose estará irreconocible. En niños tan pequeños, tres meses son una eternidad. Quizás ya no se tira por el suelo o se escapa del control de los padres. Un par de veces tuve que ir a buscarlo cuando huía aprovechando que sus padres estaban atareados.

Un día de estos tengo que vencer el miedo, la pereza y la comodidad en la que me he instalado desde que nos confinaron y volver a desayunar "lo de siempre".

En estos cerca de tres meses he descubierto que se pueden hacer muchas actividades periodísticas y docentes sin salir de casa. He aprendido a utilizar sistemas digitales para hacer entrevistas desde la distancia y para mantener reuniones con una veintena de estudiantes universitarios desde el ordenador de mi habitación de trabajo. Pero tengo claro que aquel mundo mejor posible que reivindicábamos y que todavía anhelamos no se puede construir encerrado cada cual en su casa. Pronto tendré que volver a salir a la calle para intentar ayudar a esta causa. No puede ser que el miedo, la pereza y la comodidad se me acaben imponiéndose.

La única rutina que quiero mantener es la de ir los domingos al bar deJuan y tomarme "lo de siempre". Uno de estos días la retomaré.

Uno de estos días. ¡Lo prometo!

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