La Covid-19, una oportunidad para el reequilibrio territorial

Dice la sabiduría popular, expresada a través de los refranes, que “no hay mal que por bien no venga”. Entre las muchas lecciones y consecuencias que nos deja la plaga de la Covid-19 está la certeza que las grandes ciudades han sido el principal foco transmisor de esta pandemia y, a la vez, las más afectadas. Empezando por Wuhan y continuando por Milá, París, Madrid, Barcelona, Londres, Nueva York, Sao Paulo… las zonas metropolitanas densamente pobladas acumulan el  mayor número de contagios y de muertes.

A la vez, las medidas de confinamiento adoptadas por las autoridades sanitarias han sido una durísima prueba de resistencia para las personas y las familias que viven en edificios de pisos, muy a menudo en viviendas pequeñas y mal condicionadas para soportar una larga estancia sin poder salir a la calle. Quienes más han sufrido esta falta de espacio vital han sido los niños y los adolescentes, que necesitan imperiosamente el contacto con el aire libre.

Por circunstancias personales, he pasado este confinamiento en una casa en el campo, rodeado de prados y bosques, sin ningún impedimento para disfrutar de la maravillosa naturaleza en todo su esplendor primaveral. Y gracias a Internet, he podido continuar conectado con el mundo y trabajando para garantizar la salida del semanario EL TRIANGLE y de los tres diarios digitales que editamos y gestionamos (eltriangle.eulavalira.eu i eltrapezio.eu). 

A buen seguro, durante este confinamiento, muchas personas obligadas a quedarse recluidas en sus pequeños habitáculos urbanos han tenido tiempo de reflexionar sobre su vida y han llegado a la conclusión que las grandes ciudades ofrecen, en la civilización digital, más desventajas que ventajas a la hora de llevar una existencia sana y equilibrada, y más cuando hay niños. Hoy, hay muchas profesiones que, si las comunicaciones telemáticas y viarias son de buena calidad, se pueden desarrollar perfectamente fuera de las grandes ciudades.

Durante el siglo XX, Cataluña sufrió un dramático despoblamiento de las comarcas del interior y un proceso de concentración de la población en la franja litoral. La dinámica de la industrialización, combinada con el turismo de masas, provocó este fortísimo desequilibrio territorial y demográfico que ahora el coronavirus se ha encargado de poner en crisis.

Problemas existenciales de los habitantes de la Barcelona metropolitana, como la compra o el alquiler de una vivienda, tienen otra dimensión si pensamos en las pequeñas poblaciones o en las zonas rurales abandonadas, donde los precios son mucho más baratos, como alternativa para vivir y para trabajar.

Ya no se trata de la típica segunda residencia de los adinerados que se la pueden permitir o de los neo-rurales que, con el auge del hippismo, marcharon de la ciudad para recrear la vida agrícola en el campo. Personas que ejercen profesiones que no necesitan una presencia continuada en la gran ciudad o que han alcanzado la jubilación pueden trasladar su domicilio habitual a ámbitos semiurbanos o a zonas despobladas, siempre que tengan a su alcance los servicios esenciales. Esto les puede facilitar el acceso a viviendas amplias y en contacto con la naturaleza, requisitos imprescindibles para ganar calidad de vida.

Pensemos que de los 7,5 millones de habitantes que tiene Cataluña, 4,8 millones (el 63%) se concentran en Barcelona y en su corona metropolitana. Si la densidad mediana de población de Cataluña es de 239 habitantes/kilómetro cuadrado, hay comarcas muy débilmente habitadas, como el Pallars Sobirà (5 habitantes/kilómetro cuadrado), la Alta Ribagorça (8,9), el Pallars Jussà (9,7), el Solsonès (13,5), el Alt Urgell (13,9), la Terra Alta (15,5) o el Arán (15,9). En cambio, el Barcelonès registra una densidad de 15.632 habitantes/kilómetro cuadrado, seguida del Baix Llobregat (1.699), el Vallès Occidental (1.586) y el Maresme (1.135).

En general, la red de carreteras es bastante buena en Cataluña y la próxima liberación de los peajes de las autopistas La Jonquera-Tarragona, Tarragona-Lleida y Barcelona-Palafolls dejará de castigar la movilidad. La telefonía móvil cubre la práctica totalidad del territorio y el 80% de la población ya tiene acceso a la fibra óptica, estando previsto que en 2023 llegue a todos los municipios catalanes.

La igualdad digital es la premisa y la palanca para poder emprender el reequilibrio territorial. En la actualidad, en Cataluña hay 334 localidades con menos de 500 habitantes, condenados al envejecimiento de la población y a la decadencia final. Además, se contabilizan unos 190 pueblos abandonados –en su mayoría, en las comarcas del Pirineo- que esperan el retorno de gente con empuje para recuperar la vida.

Un Gobierno de la Generalitat, fuerte y con energía, podría, con las competencias y recursos que gestiona, emprender un plan ambicioso para fomentar e incentivar el asentamiento de población urbana en las áreas rurales, donde encontraría un hábitat más armónico y saludable. Pero, desgraciadamente, Cataluña tiene la desdicha de contar, en estos momentos críticos de nuestra historia, con un presidente transitorio, desubicado y sobrepasado por las circunstancias.

La convocatoria de elecciones en el Parlamento es una emergencia paralela a la catástrofe sanitaria, económica, laboral y social que sufrimos. Postergarlas, como hace Quim Torra, por cálculos tacticistas vinculados a la reorganización del espacio postconvergente es una irresponsabilidad imperdonable que agrava todavía más la situación.

Cataluña tiene que desembarazarse de la pésima aventura del secesionismo unilateral, que arrastramos desde hace ocho años (!), y encarar una rápida y eficaz reconstrucción del país. Para empezar esta nueva etapa es imprescindible que haya un nuevo Parlamento y un nuevo Gobierno que no esté condicionado ni encadenado por los desgraciados acontecimientos del otoño del 2017. Yo defiendo la libertad de los políticos y líderes independentistas presos –ya han pagado con creces sus gordos errores-, pero no pueden ser indefinidamente el centro de gravedad y la razón de ser de la política. Es la hora de ir a las urnas y cambiar.

(Visited 110 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario